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Han visto buenos pastos y muchos arroyos de las sierras, con buena agua: la pampa igual á la del N, por donde transitamos. Todo el camino se compone de lomas, unas suaves y otras algo ásperas con algunas piedras; en su cumbre hay grandes valles y profundos, donde se puede acampar ó esconder el número de gente que fuere; y hay sitios donde no pueden ser vistos hasta no estar encima. Dia 11.

María Valdivieso hizo a Currita un rápido guiño, como dándole a entender que ella podría informarle de grandes cosas, y Villamelón concluyó cada vez más impaciente: Pues nada, no me acuerdo... Pero, en fin, esa..., esa es la que lo está desplumando.

Pero además de esta, tengo otra, no menor, que dar en el sublime juicio del generoso padre de V. A., nuestro amabilísimo Monarca. También su elevado dictamen ha juzgado grandes los afanes de los Jesuitas, y los frutos de ellos han merecido su aprobación, su patrocinio, sus influjos y sus liberalidades, y no puede ser pequeño lo que ha podido merecer tanto.

Muy frecuentemente íbamos encontrando ó divisando á lo léjos buques de vapor y barcas veleras considerables, cuyo activo movimiento alimenta un tráfico de grandes proporciones entre los pueblos de las cinco naciones riberanas.

Los senadores y el público lanzaron grandes carcajadas mientras él iba detallando su estadística alimenticia. El Hombre-Montaña devoraba cuatro bueyes cada día, dos por la mañana y dos por la noche, además de enormes cantidades de aves, pescados y frutas.

El, cada vez más atrevido, tomó otras banderillas y las clavó, desoyendo las protestas de la gente, que temía por su vida. Luego repitió la suerte por tercera vez, siempre con torpeza, pero con tal arrojo, que lo que en otro hubiese provocado silbidos fue acogido con grandes explosiones admirativas. ¡Qué hombre! ¡Cómo ayudaba la suerte a aquel atrevido!...

Nos casamos en Wymondham, en el condado de Norfolk. Cuénteme toda la historia, Mabel la insté, después de una pausa prolongada, esforzándome por conservar una fingida calma exterior, que no coincidía ciertamente con mis sentimientos más íntimos y profundos. Su pecho se levantaba y bajaba jadeante debajo de sus encajes y chiffons, sus grandes ojos maravillosos brillaban llenos de lágrimas.

No se podrá citar uno solo donde no haya mezcla; extranjeros en todas partes, negociantes que han hecho grandes fortunas en productos alimenticios, farmacéuticos, industriales más o menos bien educados, etc... Es triste, porque desaparece la tradición de la exquisita cortesía francesa que, en otro tiempo, nos señalaba a los ojos de la Europa atenta y encantada.

Las calles son en lo general muy espaciosas, muchas de ellas cortadas en ángulos rectos, y casi todas con el suelo macadamizado. No faltan bellos paseos, grandes plazas muy bien mantenidas y abundantes mercados.

No hallaría jamás en él al apóstol de gran elocuencia y mucho saber; pero al hombre de buen sentido y grandes virtudes, consistiendo la mayor de ellas en ignorar que las poseía.