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Añadiósele a estas arrogancias ser un poco músico y tocar una guitarra a lo rasgado, de manera que decían algunos que la hacía hablar; pero no pararon aquí sus gracias, que también la tenía de poeta, y así, de cada niñería que pasaba en el pueblo, componía un romance de legua y media de escritura.

De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una intervención muy principal en el asunto, y a él le pertenece la gloria de la reconciliación dijo gravemente D. Narciso. Si la hay repuso Consejero. La habrá replicó el capellán. La habrá, y aquí D. Martín tendrá quizá el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraerá con sus travesuras y sus gracias.

Al Capellanet le faltó poco para arrodillarse ante Valls. ¡Y aún dicen en Palma si los chuetas son malos!... Bien se conocía que eran mallorquines los que hablaban: ¡gente injusta y orgullosa!... El capitán era un santo. Gracias a él, ya no iría al Seminario. Sería payés; Can Mallorquí quedaba para él.

El hombre es tímido de suyo y no es capaz de proponer banquetes ni giras; pero que otro le apunte la idea, y veréis con qué gusto la acepta... Gracias, gracias, Manuel Antonio murmuro D. Santos con la risa del conejo. Se le conocía el gran temor y molestia que le embargaban. Como muchos de los indianos, apesar de ser inmensamente rico, tenía fama de avariento, y no injustificada.

Buen trabajo y bastante ruido costó sentar a tanta gente; pero al fin se consiguió gracias a la actividad del dueño de la casa, poderosamente auxiliado de un joven que traía el pelo por la frente, a quien ya tuvimos el honor de conocer la noche del sarao celebrado con motivo del santo de doña Gertrudis. La comida fue digna del anfitrión. Ningún refinamiento gastronómico se echaba de menos.

Salieron todas juntas delante la Albornoz, apoyada en el brazo de Margarita; en mitad de la escalera volvióse aquella muy animada: Como despacharemos tarde, me llevaré a comer a mi ahijada. ¿Me da usted su permiso? ¡Pues no faltaba más, condesa! ¡Gracias, querida, gracias!...

Muchas gracias, señora. Aunque él, por su gusto, hubiera querido que se marchasen todos, que no quedasen en el salón otras personas que el presidente y los maceros para hablar con menos miedo.

Gillespie se resistía á comprender cómo varios pigmeos podían matarle durante su sueño no disponiendo de una máquina inyectora como aquella de que le había hablado Flimnap. Mis amigos contestó Ra-Ra han podido adivinar, gracias á algunas palabras de estos hombres, cómo se proponen matarle durante su sueño.

Pero entornad la parla inoficiosa, que ya vuelven de la capilla por lo alto del pueblo todos los paseantes que fueron para lo bajo; y siendo así que poco o más nada les entra ni vuestra humildad, ni menos penetran vuestras plegarias estropeadas, soldadescas y lagrimosas, poned en campaña las buenas partes de vuestro gozque Canique, que lo que vos no alcanzáis, acaso lográranlo sus buenas gracias, saltos, danzas y donaires.

Dedicóse Raimundo con ardor al estudio, profundizando las materias de algunas asignaturas, sin abandonar por eso sus aficiones entomológicas. Gracias a éstas y al nombre glorioso que su padre le había legado, se dió a conocer pronto entre los hombres de ciencia.