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Mi madre debe de tener algo sobre eso dijo Genoveva después de reflexionar. Buscaré y te enviaré todo lo que encuentre. Le di las gracias con efusión, y como se hacía tarde, unos campanillazos vinieron a poner término a nuestra alegre conversación. Era que venían a buscar a mis amigas. Francisca fue todavía la que tuvo la última ocurrencia.

El médico se adelantó también, y sacando la petaca le ofreció un cigarro puro, preguntándole al mismo tiempo: ¿Qué tal? ¿Le tratan a usted bien por aquí? Muchas gracias, no fumo... , señor, me tratan bien. Hay más caridad en la cárcel de lo que ordinariamente se dice. Entablose una conversación animada.

lo sueltas seco, sin achicarte ni engrandecerte; que ella, aunque se le un ochavo, siempre da las gracias con la misma boquita de merengue. Vaya... Mentira me parece que he de verme en mis cuatro paredes...». v Cuando Fortunata, después de un ratito de palique con la comandanta, penetró en la otra casa, vio cosas que la pasmaron.

Una muchedumbre inmensa de blusas azules y pantalones rayados se agitó conmovida, embargada por los más nobles sentimientos religiosos y humanitarios. Acto continuo se trasladaron todos a la antigua iglesia parroquial para cantar el Te Deum en acción de gracias.

Pero no entendió el sentido de esta definición de la elegancia. Entonces le dije que es el aire de la persona y no el vestido lo que la hace ser naturalmente elegante. Y le agregué que él era muy «airoso», que era todo aire, de pies a cabeza. Me dió las gracias. Por último agregó: «Estoy lo más contrariado por estos inconvenientes de la conflagración». Y con Ernesto, ¿cómo te fué?

Y ansí se fueron estos dos capitanes ya dichos, llevando la gente ya dicha; y al tiempo que se despidieron del Señor, diéronle grandes gracias y loores, ansí los capitanes como la demás gente, por la merced que les fué hecha del despojo.

Amaba como un patriarca de la Biblia, sorprendido en el ambiente tranquilo de su tienda por las gracias felinas de una bayadera asiática. Había acabado por arrancar á Judith de su vida de aventuras, por instalarla definitivamente en Madrid, como una señora tranquila que vive de sus rentas.

Esta obra colosal había sufrido grandes retrasos á causa de las dificultades que ofrecía; pero ahora, gracias á Gillespie, sus directores esperaban terminarla con rapidez. Flimnap tuvo que mantenerse lejos de su amigo, pues un cordón de soldados cerraba el paso á los curiosos. Los grupos reunidos á espaldas de la tropa comentaban con asombro la rapidez del trabajo del gigante.

Herido con esto el orgullo maternal de la señora de Benítez, habló con elocuencia y refutó el parecer de su marido, diciéndole para concluir: Pues debieras dar gracias a Dios y no lamentarte de que sea así tu hija, porque tal vez se quede para vestir santos, o bien se case con algún pobretón que, en vez de darle a comer pajaritos sin hueso y rellenos de trufas, tenga que alimentarla, y gracias, con esos guisotes que desdeñas, aunque con ellos te has alimentado y bien robusto te has criado.

M. de Montherot, uno de nuestros parientes, hombre de treinta y seis años, persona distinguidísima y de bella presencia, se ha enamorado de sus gracias durante una entrevista que indirectamente él mismo se ha procurado.