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No me gusta ahogarme en poca agua. De gracia y justicia. He dicho muchas veces que no soy ministerial: haré por lo tanto justicia seca. ¡Ojalá que me dejen también hacer gracias! De literatura. En cuanto se publique un libro bueno, lo analizaremos; por consiguiente, no seremos pesados en esta sección. De teatro español. No diremos nada mientras no haya nada que decir. Felizmente va largo.

»Para poner las manos en una heridas como las suyas hay que tenerlas muy suaves y muy delicadas. Magdalena habría escrito esta carta con gracia incomparable, con sin igual ternura; pero, ¿en dónde se podría encontrar otra como ella? Yo sólo puedo hablarle con el instinto de mi corazón y con mi amistad antigua y sincera, con mi hondo afecto de hermana.

Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el suyo, porque, como comencé a comer y él se andaba paseando llegóse a y díjome: "Dígote, Lázaro, que tienes en comer la mejor gracia que en mi vida vi a hombre, y que nadie te lo verá hacer que no le pongas gana aunque no la tenga." "La muy buena que tienes -dije yo entre - te hace parecer la mía hermosa."

La mudanza de vida que hizo este afortunadísimo neófito, fué la que se podía esperar de la gracia del Espíritu Santo, que le había tan abundantemente entrado en su corazón.

Esto es lo que se llama una hija trabajadora y buena... Capaz serías de estarte trabajando hasta perder las fuerzas, sin pedir gracia. Yo no estaba cansada y así se lo dije, y añadí que era muy feliz figurándome que le ayudaba un poco. que me ayudas y que me facilitas la tarea.

Sin embargo, antes de calificar de fea a una mujer, la mira y remira despacito, madurando mucho la opinión, pues sabe que aun las menos favorecidas de la Naturaleza se hacen a veces deseables, como acontece verse las almas empecatadas súbitamente favorecidas por la gracia divina.

Vinieron gentes nuevas, y como que el monte es corto y de forma bella, y desde él se ve a la ciudad, con sus casas bajas, de patios de arbolado, como una gran cesta de esmeraldas y ópalos, limpiaron de piedras y yerbajos la tierra que, bien abonada, no resultó ingrata; y de la mejor parte del monte hicieron un jardín que entre los pueblos de América no tiene rival, puesto que no es uno de esos jardinuelos de flores enclenques, y arbustos podados, con trocitos de césped entre enverjados de alambre, que más que cosa alguna dan idea de esclavitud y artificio, y de los que con desagrado se aparta la gente buena y discreta; sino uno como bosque de nuestras tierras, con nuestras propias y grandes flores y nuestros árboles frutales, dispuestos con tal arte que están allí con gracia y abandono, y en grupos irregulares y como poco cuidados, de tal manera que no parece que aquellos bambúes, plátanos y naranjos han sido llevados allí por las manos de jardinero, ni aquellos lirios de agua, puestos como en montón que bordan el estrecho arroyo cargado de aguas secas, fueron allí trasplantados como en realidad fueron: antes bien, parece que todo aquello floreció allí de suyo y con libre albedrío, de modo que allí el alma se goza y comunica sin temor, y no bien hay en la ciudad una persona feliz, ya necesita ir a decírselo al montecito que nunca se ve solo, ni de día ni de noche.

No se le conocía a Viváis-mil-años moza ni parienta de algún género, ni vicio que de reparar fuese; vivía solo, en paz y en gracia de Dios, como él decía, no embargante lo de los hechizos y los untos, que él negaba; y así iba pasando nuestro hombre sin crecer ni menguar, y siempre feliz y contento, y con una tal y tan peregrina salud, que él afirmaba que en todos los días de su vida no le había dolido ni una uña.

Muy bien, muy bien, señor; inmejorable replicó el señor de Bevallan, agitando con gracia la mano para serenar á las mujeres. Nos saludamos y salí.

Contra toda instigación diabólica el cielo presta al hombre fuerza suficiente o por naturaleza o por gracia. ¿Qué vale ni qué importa entonces el oficio del diablo? interpuso Morsamor con desdeñosa sonrisa.