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Gracias; es favor replicó ella con gracejo . Y a me parece que el santo es usted. Pero de a usted hay una gran diferencia. Cierto que yo he ganado algunas batallitas contra mis pasiones; pero no he llegado, ni con mucho, al grado de perfección que usted. Disto bastante todavía. Si con padecer se llegara, ya estaríamos en el pináculo, porque yo he padecido mucho, señora.

El ex droguero escuchaba con la boca abierta a la hermosa y elegante dama, cuyos donaires y gracejo le tenían cautivo; mientras, la Esfinge la miraba de reojo y a hurtadillas, por no tener a mano lanzón de mayor fuerza para pasarla de parte a parte. La marquesa se enteraba de todo y se deleitaba grandemente con ello.

Juan Rosenblüt , autor de un poema titulado El poeta licencioso, de varias farsas burlescas, de cuentos y otras composiciones ligeras. En ellas, como en las obras de otros escritores contemporáneos, se observa á veces singular gracejo y picante originalidad, á vueltas de burlas groseras, vulgares y de mal gusto.

Allí se organizó el baile y hubo vino en abundancia, durando la juerga dos ó tres días, en los cuales hubo derroche de bebida y comida é hizo el francés las mayores locuras, un tanto alegrete por el mosto, llegando á esto que, con no poco gracejo, relata el deán sevillano: Llevó á cabo en el baile «cosas muy ajenas, no ya de persona de tan alto rango, sino de todo hombre de regular educación.... Las mozuelas que danzaban derribaban con su pie el sombrero que Mr.

No tardó el conde en fijarse en la linda muchacha, cuyo donaire y gracejo no podía pasar inadvertido, y llamándola aparte le dijo estas mismas palabras: ¿Qué haces aquí? Señor, estoy sirviendo de moza. Y como viera el Asistente que contestaba con turbación, añadióle: Mira que soy el conde de Puñonrostro y si no me cuentas la verdad tengo que mandarte dar doscientos azotes...

A hacer entretenida y agradable la lectura de El Diablo Cojuelo contribuyen con lo ingenioso de la invención la interesante variedad de las escenas, la soltura y viveza del diálogo, y, especialmente, el chispeante gracejo de Vélez de Guevara. En cambio, la elocución suele ser descuidadilla, entre otras cosas, por la excesiva abundancia de gerundios.

En el tarjetero de la berlina traía Currita un papelito en que se veían apuntados gran número de nombres y de señas; hicieron dos visitas, a una magistrada del Tribunal Supremo y a una brigadiera de artillería, dignísimas señoras, a quienes, después de sacar los cuartos la olímpica condesa, puso en ridículo con desvergonzado gracejo, haciendo desternillar de risa a la inocente Margarita.

El hombre francés se cree en el caso de estrujar á toda alma viviente, añadiendo el correctivo del ¡perdon! ¿Y qué? ¿Me importará á más que me extraigan del bolsillo un franco ó ciento, que el recibir un choque de un semejante mio que corre á sus negocios, y para quien valen más sus negocios que mi pié, mi brazo, mi nariz, mi cabeza? ¡Y qué! vuelvo á decir: porque aquel franco me lo extrajeran con habilidad, con gracejo, con ademan afable y ceremonioso, ¿podria decirse que el ladron era un hombre culto?

Cantó una tonadilla, con su acompañamiento de momos y saltos, saludó al público; es decir, al café, con mucha efusion y cierto gracejo ... nada más. aquí ahora al galan de carácter ligero. Esto no lo hubiera dicho al verlo salir, porque creí que se habia invertido el órden de la funcion.

Confirmaron todos a una voz lo dicho por el octogenario Silverio, el cual hubo de añadir que por santa fue tenida la señora de antes, y por santísima tendrían a la presente, respetando su disfraz, y poniéndose todos de rodillas ante ella para adorarla. Contestó Benina con gracejo que tan santa era ella como su abuela, y que miraran lo que decían y volvieran de su grave error.