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El marido o el amante de una mujer muy bella, sabia o ilustre, queda mil veces peor que en la obscuridad si él es un cualquiera. En la obscuridad nadie le recordaría ni le nombraría, mientras que, en el caso que supongo gozaría, o mejor dicho padecería de ridícula e indeleble fama.

Suponiendo estas buenas gentes, como ya se ha dicho, que Perla era de estirpe diabólica, creyeron que para mayor beneficio del alma de la madre, convenía quitarle ese obstáculo de su sendero; agregando, que si la niña era realmente capaz de una educación religiosa y moral, y tenía en los elementos de su futura salvación, gozaría indudablemente de todas estas ventajas si se la separase de su madre y se confiara su educación á persona mejor y más cuerda.

En medio de todo ese barullo, yo gozaría extremadamente en repartir muchas limosnas; iría yo en busca de los pobres más desamparados, para socorrerles y... En fin, que yo no quiero que haya pobres... ¿Verdad, Frasquito, que no debe haberlos? Ciertamente, señora. Usted es un ángel, y con la varilla mágica de su bondad hará desaparecer todas las miserias.

Quiero suponer que el suelo de Cuba llegará entonces a estar más poblado y mejor cultivado; que producirá más tabaco y más café; que dará de tanta azúcar, que si los bocoyes de una sola de sus cosechas se arrojasen al Atlántico, el Atlántico se convertiría en descomunal tazón de almíbar; pero nada de esto gozaría la gente de raza española, que no había sabido crearlo, sino la raza superior de los yankees, que lo crearía, con la actividad y con el acierto de que carecen los criollos de casta española, los cuales no es de presumir que con la independencia habían de ser más industriosos y atinados en sus empresas que libres hoy y gobernándose con autonomía administrativa, bajo la bandera maternal de España.

Y conviniendo yo en esto con mi entusiástico amigo el diputado novel, afirmo que si todos los caciques fueran como don Andrés, sería gran ventura que cada pueblo tuviese su cacique; todo en cada pueblo estaría bien aseado y mejor cuidado; daría gusto andar por sus paseos y por sus caminos; el maestro de escuela no se moriría de hambre, y se gozaría de tan ordenada libertad, que el boticario podría ser impunemente, como don Policarpo, brujo y ateo, sin que por esto se suprimiesen ni dejasen de celebrarse con devoción, entusiasmo y regocijo hasta las más candorosas procesiones, aunque hubiese en ellas judíos, soldados romanos, Longinos con lanza y lazarillo después de quedarse ciego, paso de Abrahán y apóstoles y profetas.

Sabìa bien la vida que habia hecho El vaso de eleccion, y deseoso De ver á Jesu-Cristo satisfecho, Que muriendo tenia gran reposo: Pedia con instancia ser desecho, Y disuelto del cuerpo trabajoso, Creyendo gozaria en guadio eterno A Cristo, sumo bien, con fin superno.

El fin de la espléndida visión fue que el Rey le dijo al bueno de Mordejai que de las dos cosas que deseaba, riquezas y mujer, no podía darle más que una; que optase entre las pedrerías de gran valor que delante miraba, y con las cuales gozaría de una fortuna superior a la de todos los soberanos de la tierra, y una mujer buena, bella y laboriosa, joya sin duda tan rara que no se podía encontrar sino revolviendo toda la tierra.

No lo sabemos; porque el saliente de la torre nos impide ver el fondeadero, que está muy arrimado a la villa. Desde la otra fachada lo veremos con lo que nos falta que ver de todo el panorama circundante... ¡Ay, papá! exclamó Nieves de pronto , ¡lo que yo gozaría correteando en un barquichuelo por esas llanuras tan azules!

Una vez dueño de ella por la ley, se imaginaba que volvería á adquirir el perdido predominio y gozaría sin zozobra la dicha de poseerla. No se le pasaba por la tela del juicio volver á tratarla del modo cruel y desdeñoso que antes: la amaba ya demasiado para que esto pudiera repetirse. Lo único que ambicionaba era estrechar el lazo que los unía, hacerlo indisoluble y vivir en calma.

Cuando, ya viejo, volviese yo por este lugar, también gozaría mucho en intimar con ella, que estaría ya vieja, y en tener con ella coloquios espirituales y pláticas por el estilo de las que tiene ahora el padre vicario. Hoy, sin embargo, como soy mozo, me acerco poco a Pepita; apenas la hablo.