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Toda nuestra imaginación no basta para abarcar en su conjunto el circuito de la gota y por eso nos limitamos á seguirla en su curso y su caída, desde su aparición en la fuente, hasta mezclarse con el agua del caudaloso río y el océano inmenso.

Como no podían ver gota con aquellos parches, sorprendiólas un día la madre Petronila, que era un vinagre, y después de darles muchos coscorrones, las condenó á no comer ni jugar aquel día, ¡Qué horas pasaron las pobres!

Dios cogerá una vara de lirios perfumados Para apagar el fuego del cráter del volcán. Alma bohemia que jamás se abate, gemela de Talión y Prometeo, antes que suene el grito de combate por la arena del circo me paseo. No temas , oh Amor, porque me veas despreciando mi vida ante el Coloso; Una gota de sangre en las ideas ¡es Jesús en el Gólgota glorioso! ¡Y yo no temo al César!

Después dio la vuelta para allá y volvió a pasar entre vosotras sin que la vierais, hasta llegar mismamente a aquel árbol... Allí vi muchos angelitos que subían y bajaban corre que corre del tronco a las ramas y... Y de las ramas al tronco... Y después... ya no vi nada... Me quedé como ciega... quiere decirse, enteramente ciega; estuve un rato sin ver gota, sin poder moverme.

Trescientos cuarenta y un caballeros tenemos hoy en Burdeos, y ya se han recibido trescientos cuarenta carteles aceptando el reto. El único que falta es el de Sir Mauricio de Ravens, á quien la gota tiene clavado en el lecho.

Tal vez en la corola de las florecillas hay una gota del alma de Alicia, y las mariposas la beben para continuar su ebrio revuelo sobre las tumbas. ¡La primavera! El príncipe levanta su pensamiento sobre el dolor individual.

Durante doce años tuvo que dedicar sus cuidados a su anciano marido y a sus dos hijas, llevando una vida monótona e incómoda, pues el coronel, a causa de la gota, que le sobrevino con la edad, había adquirido un carácter agrio y mostraba gustos difíciles. La muerte de su marido la libró de tales incomodidades.

La desesperación nos hizo redoblar el esfuerzo, porque nos asábamos, literalmente hablando; y por último, arrojándonos sobre el enemigo, resueltos a morir, la gota de agua quedó por España al grito de «¡Viva Fernando VIIPor un momento dejamos de ser soldados, dejamos de ser hombres, para no ser sino animales.

¡Pero si allí no queda gota de esa sangre, don Celso! replicó Neluco. ¡Mira a quién se lo cuenta! respondió mi tío . Pero de allí es la que queda... Dios sabe si en presidio. Yo me refería a la casa solamente...

Sobre un pliego de papel blanco vio destacarse ante su vista el sello rojo que había cerrado en otro tiempo el sobre exterior de los documentos masónicos. Miróle un momento aterrado. Parecíale una gota de sangre.