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Pasaba esta escena en el comedor, donde los dos esposos almorzaban en compañía de María Valdivieso, Celestino Reguera y Gorito Sardona, cuya flamante corbata azul indicaba ser aquel día el mico de guardia.
Gorito abría mucho los ojos y estiraba la boca sin acordarse de nada, nada... Su memoria se había quedado de repente limpia, rasa, cual una hoja de papel blanco.
¡Oh, sí! exclamó Carmen Tagle en tono muy devoto . Currita tiene a esos pobrecitos niños un afecto tiernísimo... Maternal dijo Gorito en el mismo tono.
Bien la merece; pero, después de todo, el pobre Fernandito es quien tiene la culpa continuó Currita con aire de pacientísima esposa . Se empeñó en que su amigo Juanito Velarde había de ser secretario particular de don Amadeo, habló al ministro, este le ayudó, y envalentonado con eso, se ha atrevido a tanto el señor ministro... Lo que yo le decía a Fernandito: si le das el pie a esa gente, se tomarán la mano... En fin, hija, el presidente del Consejo en persona estuvo a hacerme la propuesta... ¡Por supuesto que yo no lo recibí; Fernandito se entendió con él, y tuvieron una escena!... Yo, muerta de susto, porque creí que lo iba a plantar en la calle y acabaría la cuestión a tiros... En fin, se fue por donde había venido, con las orejas calientes; y sabe Dios lo que en venganza dirán de mí ahora... Esto ha sido todo; por eso, cuando al entrar oí el himno y vi el saludo de Gorito, creí que era una broma que ustedes me daban...
Villamelón, que luchaba siempre en la mesa entre sus ganas de hablar y sus ganas de comer, prosiguió con alguna impaciencia. La francesita esa..., esa... ¿Cómo se llama? ¡Señor, por días pierdo la memoria!... Tú, Gorito, ¿sabes?... ¿Cómo se llama, hombre?... La de las camelias.
El entusiasmo fue entonces indescriptible; las damas rodearon el grupo que Currita y Butrón formaban, empujándose unas a otras, charlando todas a un tiempo, esgrimiendo los colosales abanicos que por aquel verano estaban de moda con el poco elegante nombre de Pericones. ¡Bien! ¡Bravo! gritó Gorito Sardona . ¡El coro de los puñales!... ¡Butrón, a usted le toca bendecirlos! Y se puso a cantar el
Currita se detuvo un momento en el dintel, sin perder su aire de niña tímida, de ingenua colegiala; oyó el himno, vio a Gorito, abarcó la situación con una sola y rápida ojeada... y dobló de repente el cuerpo con distinción exquisita, para contestar al saludo amadeísta con otro saludo de corte, profundo, pausado, a la derecha, a la izquierda, poniendo en elegantísima caricatura la ceremoniosa reverencia usual de la reina doña María Victoria.
Gorito Sardona, mico de guardia aquella noche, tomó el estuche de manos del lacayo y púsolo sobre la mesa, llamando a gritos a Currita.
Azorado Butrón, corrió a informarse por sí mismo, temeroso de que aquel incidente imprevisto viniese a romper los lazos de unión con tanto trabajo anudados. Acercóse a un grupo; en medio peroraba Gorito Sardona, vestido de peón de ajedrez y muy enterado del caso; habíalo presenciado todo y era uno de los contendientes el tío Frasquito.
¡Polaina! exclamó Diógenes . ¿Y a qué es el duelo?... ¿A tijera o a aguja?... Algo parecido anda de por medio replicó Gorito.
Palabra del Dia