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A los que de esta manera se conducen, se les mira en los cafés con un poquillo de respeto y aun con cierta envidia, suponiéndoles conocedores de secretos de Estado o de alguna intriga muy gorda. «El amigo Rubín dijo, en ausencia de él D. Basilio Andrés de la Caña, que era uno de los puntos fijos en la mesa , me parece a que no juega limpio con nosotros.

Una maritornes sucia y muy gorda presentó el agua con un panal de azúcar cruzado sobre el vaso. Gracias; sin azúcar. Nunca tomo azúcar en el agua. Gracias.

Ha ocurrido aquí una cosa muy gorda que llaman crisis ministerial: consiste en que los que mandan se quitan para que manden otros. Pues bien; yo quise hacer la historia de esta cosa: he de confesar que yo no sabía nada de ella. Sin embargo, las historias de las cosas que no sabemos son las mejores historias.

Pasose el entreacto en vivos comentarios acerca del drama, que causaba favorabilísima impresión. Personas grandes se limpiaban los ojos con el dorso de la mano haciendo tiernos momos de llanto. ¡Cuidado que se necesitaba talento y sabiduría para escribir piezas así! Sólo era irritante lo de dejar al espía con vida, porque de fijo, en el acto próximo, iba a salir con alguna barrabasada gorda.

-Sin embargo, le diré también que vos, que sois la dama de alma más tranquila que conozco, que dormís bien, que coméis bien, estáis un tanto ojerosa y pálida, y aun me parece que no tan gorda como ayer: habéis adelgazado algo, y si seguís así tragándoos vuestro amor... ¡Qué pesadez y qué insolencia! exclamó irritada doña Clara . ¿Será cosa de que os mande echar?

Sintió un frío extraño en el corazón que le obligó a detenerse. Entró al fin con cautela, y quiso ver si estaba la llave por dentro para cerrarla; pero no la halló. La noche no estaba clara ni obscura; el cielo toldado. Llovía un agua menudísima, muy frecuente en el país, que impregna al cabo la ropa como la gorda, y aun mejor.

, hija; pues la menor está tan escuchimizada que parece una lombriz de caño sucio, y la otra es tan pequeñuela y tan gorda como una bolita. Si llega a casarse, a tener hijos y a engordar más, perderá la forma de mujer y se convertirá en cochinillo de San Antón. Pero, dejando esto a un lado, yo no las tengo todas conmigo. Despertaremos la más tremenda envidia y nos pondrán como un regalado trapo.

Cuando hablaba don Buenaventura, lo saludábamos con una lluvia de aplausos, y cuando los urquizistas pedían la palabra, se armaba la gorda. ¿Pero hubo algunos muy insolentes, no? ¡Cómo no! y nos insultaron; pero Buenos Aires triunfó y nos libramos de Urquiza. Y de los provincianos para siempre.

Abrió la puerta una gorda maritornes, pues Felipe, siempre infantil y candoroso, había conservado la costumbre de hacerse servir por una mujer. En aquellos momentos estaba en su despacho, con los codos apoyados en la mesa, la cabeza entre las manos, y los dedos ferozmente hundidos en el cabello, embebido en la formidable cuestión de la pared medianera.

Llegó por fin el cumpleaños de Anita; así llamaban los amigos a la intendenta apesar de hallarse ya cerca de los cuarenta y no poder revolverse de gorda. Desde las primeras horas de la mañana tío Manolo anduvo tan diligente y afanoso, que no pudo el sobrino echarle la vista encima hasta que vino a decirle que a las siete volvería por él.