United States or Greenland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Aquel cumplimiento expresivo dirigido por el squire a Nancy, fue considerado por todos, menos por Godfrey, como un acto de diplomacia; y el padre de aquella joven se irguió un poco más, mirándola a través de la mesa con seria satisfacción.

Por efecto de mayor solicitud, si cabe, puso el Conde de Essex al lado del proscripto, en clase de criado, ó más bien de secretario, á un joven dependiente de la casa de Bacon, llamado Godfrey Aleyn, en razón á que Antonio Pérez no conocía los idiomas inglés ni francés; y si bien se hacía entender en castellano, lengua que por entonces poseía toda persona bien educada en ambos reinos, acudiendo á la latina en casos necesarios, era bueno tuviera á mano persona ejercitada en la escritura usual.

Priscila. dijo Nancy devolviéndole el apretón de manos y dirigiéndole una mirada agradecida de sus ojos límpidos , eso no será una compensación para Godfrey; una lechería es poca cosa para un hombre; yo estaría contenta con lo que tenemos si él lo estuviera también.

Al verlo, el rostro de Godfrey perdió parte de su aspecto sombrío para tomar la expresión más activa del odio. El hermoso galgo negro que estaba acostado frente a la chimenea se retiró a un rincón, bajo una silla. ¿Qué tal, maese Godfrey, qué me queréis? dijo Dunsey en tono burlón . Sois mi hermano mayor y mi superior; tenía, pues, que venir, puesto que me habéis hecho llamar.

Godfrey, como todos los demás, pasó el tiempo en recoger y discutir las noticias y en ir a visitar las canteras. La lluvia había hecho desaparecer toda probabilidad de distinguir los pasos; pero un examen minucioso del sitio había hecho descubrir, en dirección opuesta a la aldea, una caja de yesca medio enterrada en el lodo y que contenía un eslabón y un pedernal.

Hubiera querido continuar para que Nancy se irritara contra él; era una tranquilidad y una firmeza tan exasperantes. Pero al fin y al cabo todavía no le era indiferente. La entrada de Priscila, que se precipitó diciendo: «¡Dios mío! Dios, veamos, hija, qué tiene ese vestido», le quitó a Godfrey la esperanza de una querella. Supongo que ahora debo irme le dijo a Priscila.

¿Estaréis de vuelta para el , amigo mío? ¡Oh! , estaré de vuelta dentro de una hora. Era costumbre de Godfrey ocupar la tarde del domingo en un paseo de agricultura contemplativa. Nancy lo acompañaba raras veces, porque las mujeres de su generación, a menos que se pusieran a dirigir las relaciones exteriores, como Priscila, no tenían la costumbre de pasear fuera de su casa y de su jardín.

¡Ah! señorita Nancy dijo, haciendo girar la cabeza dentro de aquella corbata y sonriendo agradablemente al mirar a la joven , si alguien llegara a pretender que este invierno es riguroso, yo le diría que he visto florecer las rosas la víspera de año nuevo; decidme, Godfrey, ¿no sois de mi misma opinión?

Recordó después que el viejo tonto del tejedor, el ruido de cuyo telar ya oía, tenía mucho dinero oculto en alguna parte. ¿Cómo era posible que a él, Dunstan Cass, que había oído hablar muchas veces de la avaricia de Marner, no se le hubiese ocurrido sugerirle a Godfrey que consiguiera del vejete, ya fuera asustándole, ya fuera captándoselo hábilmente, que le prestara su dinero con la excelente garantía de las esperanzas del squire?

Por último, Godfrey volvió la cabeza hacia Nancy y sus ojos se encontraron y quedaron fijos sin que el uno ni la otra hicieran ningún movimiento. Aquella mirada tranquila y recíproca del marido y de la esposa que tienen confianza mutua, era como el primer momento de reposo o de seguridad después de una gran fatiga o de un gran peligro.