United States or France ? Vote for the TOP Country of the Week !


Bruscamente, una modulación semejante a un hachazo variaba, con el tono, el número, el lenguaje, el sentido. Estrofa amorosa, impregnada de candor pastoril, aparecía luego, y después el festivo rondó, erizado de dificultades, con extravagancias de juglar y esfuerzos de gimnasta. Enmascarándose festivamente, agitaba cascabeles.

Y allí, al lado de Chile, entraríamos ahora al Palacio de los Niños, donde juegan los chiquitines al caballito y al columpio, y ven hacer barcos de cristal de Venecia, y las muñecas que hace el japonés, envolviendo con el palitroque alrededor de una varita las pastas blandas de colores diferentes: y hace un daimio con su sable, y un Mikado de ahora, con su levita a la francesa: ¡oh, el teatro! ¡oh, el hombre que está haciendo los confites! ¡oh, el perro que sabe multiplicar! ¡oh, el gimnasta que anda a caballo en una rueda! ¡y el palacio es de juguetes todo por afuera, desde el quicio hasta los banderines del techo!

Por fin, el vizconde de la Ferronière, tocando apenas y como por broma la cabeza de Pablo, bajó con la elegancia de un gimnasta.

No experimentó sorpresa al ver cómo giraba la puerta del camarote sin que apareciese alguien en el espacio recién abierto. Luego, Nélida entró de golpe, o más bien, saltó, con la alegría de un gimnasta que llega al final de una carrera de obstáculos.

En el hotel que habitaba en Munich encontró a miss Mary Gordon, a la que había visto antes en el teatro de Wagner. Era una inglesa alta, esbelta, de pocas y finas carnes; un cuerpo de gimnasta, en el que los deportes habían contenido las amenas redondeces femeniles, dándola un aspecto juvenil, sano y asexual de bello muchacho.

Sus ojos tropezaron con el áncora de un quechemarín que yacía allá abajo, en el primer muelle. Bajó por ella, cortó con la navaja un pedazo de maroma de una lancha, se la amarró, la alzó con sus brazos de atleta y subió la escalera como un gimnasta que quisiera dar muestra ante el público del enorme poder de sus músculos. Una vez arriba, se ató la cuerda al cuello.

El pobre señorito se levantó de un salto, y abrazando con un movimiento lleno de gracia al gimnasta Calixto, se dirigió a la puerta, sin querer entregar al lacayo el envoltorio de sus premios. En la verja del jardín le detuvo el padre rector, que allí estaba despidiendo a los niños; besóle Paquito la mano, y abrazándole él cariñosamente, le habló breve rato al oído.

Unos se desplomaron como sacos medio vacíos; otros rebotaron en el suelo lo mismo que pelotas; algunos dieron un salto de gimnasta, con los brazos en alto, cayendo de espaldas ó de bruces, en una actitud de nadador.

¡No quiero; te he dicho que no quiero!... ¡Sigamos! Ella se agitó entre sus brazos con una agilidad de gimnasta, y al salir de este encierro sonó un crujido de tela desgarrada. ¡Mira, bárbaro!... ¡mira lo que has hecho! Estaba inmóvil, con la boa de piel cayéndose de uno de sus hombros, mientras buscaba en el otro el rasguño que acababa de sufrir su vestido.