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Mientras el rey revolvía sus planes de guerra á los moros, representaba Gil Vicente su Exhortaçao da guerra.

Se dice, y todos están conformes en ello, que el padre Gil llevaba a su hija de confesión a un convento de Carmelitas en Astudillo. Pues bien, excelentísimo señor... en Astudillo no hay convento de Carmelitas. ¿Quiere más el tribunal? El discurso fue corto y contundente. Al terminar se sintió un murmullo aprobador, de mal agüero para el procesado.

La mayoría de los colegiales, hijos de labradores y artesanos, cumplía con estos deberes sin gran esfuerzo, viendo en ello una manera de arribar pronto y sin dificultades al sacerdocio. El estudio les hubiera mortificado más. Para Gil, tal género de vida representaba un trabajo constante, una lucha consigo mismo. Su inteligencia vigorosa apetecía el estudio, su fantasía el movimiento.

¡Jesús! ¡Está usted herido! exclamó el padre Gil, viendo correr algunas gotas de sangre por las mejillas de su compañero. Al mismo tiempo le levantó un poco el sombrero y vio que tenía un fuerte golpe en la frente, de donde partía la sangre. ¡Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez...

El P. Gil dirigió una mirada expresiva a doña Eloisa.

Ya les dará que hacer observó Carrascosa ¡Qué elocuencia! ¡Qué talento el de ese muchacho! Pues yo, señor don Gil manifestó Calleja, respetando la opinión de usted, para mi tan competente, diré...."

Esa joven continuó Carrascosa, que se llama ... ya no me acuerdo de su nombre. Pues ... esa que es tan guapita y tan modesta. De seguro no habrá en la procesión ninguna que la iguale. ¡Señor don Gil! exclamó María de la Paz Jesús con explosión de cólera repentina. ¿Cómo se ha figurado usted que yo podía consentir en semejante cosa?

Y eso se atendió sin duda en aquella general conversión de los Judíos del año 1435 en dar a los dos primeros bautizados el nombre de Gil Callar y el de Gil Múñoz, que se ponen por ejemplos, advirtiendo que así lo hizo con el resto de los otros, la más calificada Nobleza.

GIL SANCHEZ MU

Eso no tiene nada de particular, señoras, nada de particular; al contrario.... ¡Señor don Gil! dijo Salomé con una cosa parecida al rubor. ¡Señor don Gil! exclamó Paz con toda la majestad de su carácter reunida en un solo gesto. El que había sido abate y covachuelista comprendió que le habían entendido mal. Voy á rectificar exclamó.