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Maltrana y el señor Manolo, oyendo al famoso dañador sus propósitos de no arriesgarse aquella noche, recobraban la tranquilidad. Les había encogido el corazón al oír a aquellas gentes que hablaban de heridas, de palizas y de presidios, como incidentes naturales de su oficio. ¿ estás seguro de que no tropezaremos a los esbirros? preguntó el señor Manolo a su hermano.

'invicto. Parte XIII. 'ABINDARRÁEZ. Parte XIII. Alora, y no Álora, como se dice hoy. Lope recuerda un verso famoso: mensajero eres, amigo, No mereces culpa, no, que "es un antiguo proverbio con que la poesía épica castellana proclamaba habitualmente la inviolabilidad del mandadero según el derecho de gentes."

Al recorrer el hermoso paseo de la Alameda, las plazas y las calles, y observar las gentes allí, la comunidad de tipo me pareció evidente.

Desde el pretil veíanse rebaños de obscuras ovejas, que al compás perezoso de las esquilas iban en busca del corral, mientras que por la parte de arriba, por la carretera polvorienta, marchaban también en retirada los rebaños del trabajo, gentes de espalda encorvada y blusa vieja, con la cara sudorosa y el saco de herramientas a la espalda. La melancolía del crepúsculo se apoderaba de Juanito.

Hay otros diferentes hoteles en el interior de la ciudad, poco apetecibles ciertamente, pero buenos para las gentes del pais. Hay tambien en Rio Janeiro dos ó tres cafés donde sirven helados todo el año; la nieve la reciben de los Estados Unidos: y ahora hablarémos un poco de los elementos del pais.

El Almirante reconoció esta subida en la frescura del aire, cada vez más sensible según se avanzaba al Oeste, aunque las naves siguiesen el mismo grado, y sobre todo en las particularidades que ofrecían tierras y gentes. Así como el descubridor se había ido aproximando a la línea ígnea del Ecuador, el sol quemaba con más fuerza, las tierras estaban más calcinadas y los habitantes eran más negros.

CIPIÓN. Es eso tan verdad, que me acuerdo haber oído decir a un amo que tuve de bonísimo ingenio, que al famoso griego llamado Ulises le dieron renombre de prudente por sólo haber andado muchas tierras y comunicado con diversas gentes y varias naciones; y así, alabo la intención que tuviste de irte donde te llevasen.

Aquí entra confesar que soy un es no es materialista, si no tanto que no pueda pasar entre las gentes del día, lo bastante para haber muerto emparedado en la difunta que murió de hecho ha catorce años, y que mató no ha mucho de derecho al ministerio de Gracia y Justicia, que fue matarla muerta.

Todas aquellas gentes debían saber que Fontenoy era el amante de la marquesa. Por otra parte, la quiebra de su Banco privaba al marido de los empleos que servían aparentemente para el sostenimiento de una vida lujosa. Comprendió ahora que su amigo tuviese miedo y vergüenza de ver á los que le rodeaban en su propia casa y permaneciese aislado en su biblioteca.

Las gentes viven en sus compartimientos sin enterarse de lo que pasa en el resto de la embarcación. Tal vez sea yo el único que salga de él en todo el viaje.