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Su religion se fundaba en la creencia de un ser protector de todas las cosas, llamado Idaapa, y de un genio maléfico, autor de todas las desgracias, llamado Mainajé. Admitian estos indios la inmortalidad del alma; y como los Itonamas, creian deber impedir que la muerte se escapase del cuerpo de un agonizante, tapándole bien la boca y la nariz.

Despues, la curba se prolonga como queriendo cerrar el puerto, y su costa está dominada por una alta colina que sirve de asiento al fuerte de Monjuí, centinela puesto allí por el genio de la guerra y de la desconfianza, como uña amenaza secular para el comercio, que es el genio de la paz y la prosperidad.

¡Oh!... ¿Mi genio? exclamó la otra muy sorprendida. , su genio he dicho... Ya sabe usted que esas cosas no pueden ocultarse... Su paisana, madame Staël, lo dijo: donde hay genio, brilla. ¡Oh!... El marqués de Sabadell prosiguió Currita, dejando caer lentamente las palabras me enseñó aquel ramito de camelias que... le envió usted hace tiempo... ¡Es un quadretto delicioso!

La sangre de los abuelos criollos despertaba en sus venas... Su hijo mayor era más equilibrado; pero en cuanto a carácter, allá se iba con el otro. ¡Gente interesante y temible!... Nélida y él eran más tranquilos, más alemanes, de genio siempre igual.

A veces se paran á mirar pa dentro, y me temo que si viene Pascual y los ve se va á armar una ... ¡porque tiene un genio! ... se creerá que vienen por mi ... porque como es una así ... tan guapetona ... Cierre usted la puerta. Ya cerré. Clara se quedó pálida como un difunto.

Lo juicioso es creer lo contrario: que lo que el genio pide para su culto, educación y manifestación, es la virtud y las bellas pasiones y el verdadero sacrificio.

Su máscara de misantropía y aquella displicencia de genio perseguido eran natural consecuencia de haber llegado al medio siglo sin encontrar su asiento, pues treinta años de tentativas y de fracasos son para abatir el ánimo más entero.

Entonces es que Martí, desmadejado el cabello, los ojos fúlgidos y relampagueantes, el pecho henchido de orgullo, enardecido, arrebatado, impaciente por el sacrificio e inquieto por la emulación, invita a la carga a su ayudante Ángel la Guardia aquel fiero aguilucho caído en Victoria de las Tunas , aviva con las espuelas su noble bruto, y gozoso como un niño que ha crecido un palmo, y como si hubiera alcanzado a ver, reducido a la pequeñez de un montón de carne humana, todo el Gobierno de rencores, de insultos, de envidias, de mezquindades, de ambiciones, de la oligarquía esquilmadora que le vejaba su tierra, se echa sobre los rifles enemigos y cae acribillado a balazos, con la limpieza y majestad de un Dios, del brazo de la muerte que es inmortal, y coronado por la fulgente claridad del martirio y de la gloria.... Así terminó, así se obscureció para siempre, la lámpara pura y serena de aquel gran cerebro, «dictador de genio»; así dejó de latir aquel gran corazón, profesor de virtudes; así, entre chocar de aceros y estampidos de fusilería, pasó el gran Apóstol a ser huésped eterno de la suprema luz.

¡Bien, mi amigo! Pues ¿en qué me has conocido? ¿Quién pudiera ser sino ?... ¿Has venido ya de tu Vizcaya? No, Braulio, no he venido. ¡Siempre el mismo genio! ¿Qué quieres? es la pregunta del español. ¡Cuánto me alegro de que estés aquí! ¿Sabes que mañana son mis días? Te los deseo muy felices.

El se imaginaba una viña en la costa, una vivienda blanca con emparrado, á cuya sombra fumaría su pipa, y toda la familia, hijos y nietos, extendiendo la cosecha de pasa sobre los cañizos. Le unía á Ferragut una admiración familiar, igual á la del antiguo escudero por su paladín, á la de un sargento viejo por un oficial de genio.