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Se nombró inmediatamente una columna muy reforzada, para que, tomando otra direccion, rodease la montaña y subiese á dominar por la espalda á los rebeldes, y el Comandante General con el resto del ejército se puso en marcha por la llanura: pero á la media legua tuvo que dar vuelta para evitar otra montaña, y bajar á un valle muy ancho y espacioso, donde con mas desembarazo pudiesen maniobrar sus tropas.

Nosotros le llamábamos el sainetero, por ser hijo de D. Ramón de la Cruz. Adelante, pues al llegar a Menjíbar, encontramos la población muy alborotada porque un destacamento francés, enviado a Jaén en busca de víveres, después de saquear horriblemente esta ciudad, había retrocedido a su cuartel general, asolando a su paso la comarca.

También participaban de esas explosiones espontáneas de entusiasmo los oficiales, muchos de los cuales pedían permiso al general Mendieta para desalojar con la caballería á sus órdenes el campamento enemigo.

Cuando la relajación es general, sucede en una sociedad lo que a bordo de un barco acontece: que como todo se mueve igualmente, parece que nadie camina; preciso es que alguien se detenga para que haya un punto fijo que marque el atropellamiento de los otros y el rumbo peligroso de los que siguen caminando.

Pero viviendo los hombres en sociedad, el ejercicio de la libertad física del uno, tropieza por necesidad con el del otro; para impedir el desórden es necesario restringir un poco la libertad física de cada uno, y someterlos á todos á un órden conforme á razon, y conducente al bien general: aquí la necesidad de una legislacion civil.

Llevaba una boina grande de gascón con una borla. ¿Quién ha traído esto? preguntó el general con voz fuerte. Yo dijo Martín. ¿Sabe usted lo que venía aquí dentro? No, señor. ¿Quién le ha dado a usted estos sobres? El señor Levi-Alvarez de Bayona. ¿Cómo ha venido usted hasta aquí? He ido de San Juan de Luz a Zumaya en barco, de Zumaya aquí a caballo.

Toda esta clase de profesores de los diferentes ramos de diversión y entretenimiento habían sido severamente suprimidos, no sólo por la rígida disciplina de la ley, sino por la sanción general que es lo que constituye la vitalidad de las leyes. Sin embargo, aún careciendo de todo esto, la honrada y buena cara del pueblo sonreía, quizás con cierta dureza, pero también á quijada batiente.

No, señor. Entonces... Pero ya lo conozco. ¡Cómo! Es muy sencillo. ¿Estás seguro de que lo has visto? exclamó el Capitán general con un interés que se sobrepuso á sus dudas. El gitano se echó á reir, y respondió: ¡Es claro! Su merced dirá: este gitano es como todos, y quiere engañarme. ¡No me perdone Dios si miento! Ayer vi á Parrón.

No hay más remedio que suponer que Calderón, en El médico de su honra, ha hecho un arreglo de la comedia más antigua, conservando su plan é invención, y limitándose á reformarla en su versificación y sus palabras; porque no puede admitirse que fuera un arreglo anterior de esta comedia, escrita en su juventud, por cuanto el estilo, en lo general, no es el suyo, esto es, el que se observa en las obras suyas de esta edad.

La mesa y el cuarto en general atraían a Perucho con el encanto que posee para la niñez lo desordenado y revuelto, los sitios en que se acumulan muchas cosas variadas, pues imaginan ellos que cada montón de objetos es un mundo desconocido, un depósito de tesoros inestimables.