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A Fray Forzado obedezcan En todo, pues cuanto ha hecho Y cuanto ha mandado es justo; Que yo también lo obedezco, Y soy su guardián. No hay parte Segura de este hechicero; Dos gazapos me ha sacado Que escondí en un agujero, Con una vara de hondo; Por mi mal vino al convento;

GAZAPOS EN PAPILLOTES. Córtese dos conejos medianos en pedazos; se sazonan con sal, pimienta, perejil y ajos, todo bien picado; se pone encima pedacitos de manteca de vaca, se envuelven en papel, se ponen sobre la parrilla a fuego lento, y se sirven sin quitar los papeles. Limpio y cortado en trozos un conejo, se pone a macerar dos horas con vino blanco, hojas de laurel, ajo y sal.

Troncháronse las ramas de los matorrales abriendo paso a dos hombres encorvados. Los perros de las cuadrillas frotáronse un instante con otros perros salidos de la espesura. Los hombres pasaron junto al Mosco. ¿Qué lleváis cogido? preguntó éste. Nada aún: dos gazapos. Que se os bien la noche.

Aplicábase al cocineo, poniendo todos sus sentidos en el guiso de los gazapos. Bendecía estas privaciones de la existencia bohemia, como algo providencial que aproximaba al hombre amado, dándola nuevas esperanzas. Pero luego transcurrían largas temporadas sin que le viese. Estaba en Madrid... ¡en Madrid!

Entremeses, sopa real, consommé de almejas, tortilla con picadillo, dorada, langostinos a la americana, ganso a la inglesa, alcachofas rellenas, chochas al horno, gazapos en papillotes, helado de café con leche, crema con bizcochos, quesos, frutas y dulces, vinos, café y licores.

Los gazapos reales dormíanse en sus madrigueras, resignados de antemano a que les despertase la sangrienta dentellada del hurón; los corzos, al beber en los arroyos a la luz de las estrellas, se mugían a la oreja: «Mucho ojo, hermanos; el Mosco debe de andar cerca...» Un perro suyo, apodado Puesto en ama, había sido tan famoso por lo temible, que, al matarlo los guardas en un encuentro, lo llevaron en triunfo a la administración de El Pardo, y allí le guardaban empajado y con ojos de vidrio, como una curiosidad del real sitio.

Pero, donde la animacion y el apuro llegaban á su colmo, era en las redacciones de los periódicos; Ben Zayb, señalado como crítico y traductor del argumento, temblaba como una pobre mujer acusada de brujería; veía á sus enemigos cazándole los gazapos y echándole en cara sus pocos conocimientos de francés.

Sustentámonos así del aire, y andamos contentos. Somos gente que comemos un puerro y representamos un capón. Entrará uno a visitarnos en nuestras casas, y hallará nuestros aposentos llenos de huesos de carnero y aves, mondaduras de frutas, la puerta embarazada con plumas y pellejos de gazapos; todo lo cual cogemos de parte de noche por el pueblo para honrarnos con ello de día.

Somos gente que comemos un puerro y representamos un capón: entrará uno a visitarnos en nuestras casas y hallará nuestros aposentos llenos de huesos de carnero y aves, mondaduras de frutas, la puerta embarazada con plumas y pellejos de gazapos; todo lo cual cogemos de parte de noche por el pueblo, para honrarnos con ello de día.

Los almuerzos de Maltrana en casa del Mosco eran suculentos. El pagaba el pan y el vino, trayéndolo de una taberna cercana, mientras el famoso dañador ponía sobre la mesa un guiso de gazapos o alguna liebre cazada la noche antes. ¡A la salud de la real familia! exclamaba Isidro irónicamente . ¡Viva el monarca que mantiene a sus súbditos!...