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Ulises asentía á las reflexiones del cocinero, llevándose á la boca la primera cucharada con gesto interrogante... Luego sonreía, sumiéndose en gastronómica embriaguez. «¡Magnífico, tío CaragòlSu buen humor le hacía afirmar que los dioses sólo se alimentaban con arroz abanda en su hotel del Olimpo. Lo había leído en los libros.

Algo atisbó, sin embargo, que vino a despertarle la sospecha de que el tal proyecto de tratado secreto no era precisamente con el Gobierno alemán, sino con la repostería de Lhardy, poderosa potencia gastronómica de la Carrera de San Jerónimo: entre los peludos dedos del diplomático asomaba por una esquinita la viñeta de las cuentas del célebre Emilio.

Aquel es un pueblo sobrio y frugal, y sinembargo el gusto de los hosteleros consiste en aglomerar montones de platos, sin orden ni discernimiento, como si solo se tratara de hartar al huésped ó viajero. De ahí resulta muchas veces el efecto contrario, porque muchos platos no son sino ediciones distintas del primero que entra en la escena gastronómica.

Todavía faltaba lo más importante: el pavo, protagonista de la gastronómica fiesta; y la señora y su cochero, empujados rudamente por la corriente humana, atravesaron una profunda portada semejante a un túnel, viéndose en el Clòt, en la plaza Redonda, que parecía un circo con su doble fila de balcones.

Después de la comida, que había sido suntuosa, rápida y acompañada de música, lo que hizo imposible toda conversación y simplificó así las relaciones entre los convidados, reduciendo la comida á una simple manifestación gastronómica, los invitados se repartieron por los admirables salones del hotel Weller. Los hombres se fueron á fumar en el despacho de Sam.

Pues no, la Sílfide es un restaurant, una Sílfide gastronómica, una Sílfide que se engulle cinco ó seis platos por cinco ó seis pesetas. Al buen pastor. ¿Quién no habia de creer que se trataba de alguna hermandad ó cofradía? Pues tampoco: el buen pastor es un rico almacen de géneros, sito en la calle de San Sulpicio, núm. 21, si no yerra un anuncio que he visto cerca del Panteon.

En aquella plaza larga, ligeramente arqueada y estrecha en sus extremos, como un intestino hinchado, amontonábanse las nubes de alimentos que habían de desparramarse como nutritiva lluvia sobre las mesas, satisfaciendo la gigantesca gula de la Navidad, fiesta gastronómica, que es como el estómago del año. Doña Manuela permaneció inmóvil algunos minutos en la bocacalle.