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907 Se me presentó a esigir la multa en que había incurrido, que el juego estaba prohibido, qus iba a llevarme al cuartel tuve que partir con él todo lo que había alquirido. 908 Empecé a tomarlo entre ojos por esa albitrariedá; yo había ganao, es verdá, con recursos, eso ; pero el me ganaba a fundao en su autoridá.

Llévate paja pa el ganao, porque allí no la hay. Sigún y conforme, dije yo. El Tizón es un perro. Como le la serenita por no andar, ya le puede usted alumbrar candela, que ¡ni pa Dios! Déjese usted de tizones y candelas, y diga lo que sepa del asunto interrumpió el presidente con voz irritada.

903 Se vino haciendo el chiquito, por sacarme esa ventaja; en el pantano se encaja, aunque robo se le hacía; lo cegó santa lucía y desocupó las cajas. 904 ¡Lo hubieran visto afligido llorar por las chucherías! "Me gañao con picardía", decía el gringo y lagrimiaba, mientras yo en un poncho alzaba todita su mercheria.

318 Dentré a campiar en seguida al viejito enamorao- el pobre se había ganao en un noque de lejía. ¡Quién sabe cómo estaría del susto que había llevao! 319 ¡Es zonzo el cristiano macho cuando el amor lo domina!

Usté es un probe como yo, pero con más suerte, con más aquel en su ofisio, y si ha hecho dinero, bien se lo yeva ganao. Yo le tengo mucha ley, señó Juan. Le quiero porque es un mataor de vergüensa, y yo tengo debiliá por los hombres valientes. Los dos somos casi camarás; los dos vivimos de exponer la vida.

Esos probesitos que usted ve no comen muchas veses pa que el ganao, que es su fortuna, no caresca de pienso... En verano, si la cosecha es buena, el paleto es generoso y no le importa darnos paja y cebá cuando vamos de paso. Hablaba Salguero con entusiasmo de las ferias veraniegas, grandes mercados de bestias que daban vida para el resto del año a la gitanería vagabunda.

Yo he visto lo que es la gente continuó el bandido . El mundo está dividío en dos familias: esquilaos y esquilaores. Yo no quiero que me esquilen; yo he nasío pa esquilaor, porque soy muy hombre y no tengo mieo a nadie. A usté, señó Juan, le ha pasao lo mismo. Por riñones se ha salío der ganao de abajo; pero su camino es mejó que el mío.

Pero lejos de indignarse, rompía en elogios del tío Alcaparrón, un hombre de iniciativas que, cansado de pasar hambre en Jerez y verse en peligro de ir a la cárcel siempre que se extraviaba un asno o una mula, se había echado al hombro la guitarra, no parando con todo su «ganao», como él llamaba a las hijas, hasta el mismo París.

Venga el ganao y venga ello gordo, que lo demás importa dos bisanes. No, pus lo que es gordo, por decir gordo, ya viene gordo añade otro convecino que no tiene la mayor facilidad para expresar lo poquísimo que se le alcanza. No digo yo otro tanto le replica un espectador de enfrente; ahí va la mi Leona, que paez que la han chupao las brujas.

Anda, grasiosa, que tienes ojillos de Virgen... Mira que tengo un ganao de churumbeles que no levantan del suelo tanto así, y están muertesitos de nesesiá. Y seguía enumerando desgracias y muertes, como si la peste negra hubiese pasado por las Cambroneras. Vaya, presiosa, suerta un poquito más de jurdé, que por eso no vas a quedar probe.