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Con aquel dinero viví ocioso algún tiempo. Cuando se me acabó el dinero, cuando sentí el hambre, quise buscarme la vida, y logré entrar de galopín en la cocina de la señora infanta doña Juana. Allí me apliqué al oficio... En el que habéis adelantado. Sois un cocinero famoso... según dicen.

¡Sobrino de Montiño!... exclamó el duque . ¿Y no habéis afirmado más la prueba del parentesco del reo con el cocinero mayor? ; , señor; como el reo había ido á las cocinas en busca del que llamaba su tío, fuí á las cocinas yo. Era ya tarde y solo encontré á un galopín que se llama Cosme Aldaba.

¿Dónde creéis que estén esas gentes? En el patio. Algo más adentro; mucho me engaño, si por los altos corredores de mi vivienda no anda el sargento mayor don Juan de Guzmán... ¡Ese miserable! Y si no le acompaña el galopín Cosme Aldaba. Hame parecido haberlos oído hablar en voz baja á lo último del corredor. ¿Y qué pensáis de eso? Temo mucho malo. ¿Contra quién? Contra la reina. ¡Ah!

Y crece de punto la perversidad, cuando Margarita, la candorosa y angelical Margarita, excitada por Fausto, y á fin de que su mamá no se despierte, la atiborra de bromuro de potasio, de opio, de láudano y de otros potingues narcóticos, hasta que acaba por matarla. A veces se diría que Fausto quiere á Margarita. A veces se diría que no la quiere y que es un ingrato y un galopín de siete suelas.

Permanecía, pues, acurrucado en su silla, vuelto de espaldas al sargento mayor, y haciendo como que comía; pero en realidad, aterrado, reducido á la menor expresión, anonadado. Pero de repente, sacóle de su anonadamiento una voz que conocía demasiado. Aquella voz había saludado al sargento mayor. Aquella voz era la del galopín Cosme Aldaba.

¿Y quién ha sido añadió Montiño, cuyos ojos parecían próximos á saltar de sus órbitas , quién ha sido el que ha dejado que un galopín haga un plato que es difícil para más de un oficial? Todos se callaron. Es que el señor Gil Pérez tenía que ir á ver á su coima, y me dijo que hiciera ese capón exclamó desde la puerta con voz quejumbrosa el galopín Aldaba.

En testimonio de verdad. Pero Ponce LucasLibróse asimismo testimonio de haber desaparecido: Del cuarto del cocinero, su mujer, Luisa Robles, y su hija Inés Martínez. De las cocinas, el galopín Cosme Aldaba. De la servidumbre de la reina, el paje Cristóbal Cuero. Y se tomaron declaraciones, y por estas declaraciones se averiguó que la cocinera tenía un amante, que se llamaba Juan de Guzmán.

Después de lo que vuecencia acaba de hacer, no me atrevo á pedirle otra gracia. Hablad, hablad. Muchas gracias, señor, muchas gracias, no cómo pagar á vuecencia. Acabando pronto, Montiño. Es el caso, que mi mujer y mi hija y el galopín Cosme Aldaba, y el paje Cristóbal Cuero están presos. Ya veis que no me he olvidado de lo que me pedísteis.

Al fin dijo con voz cavernosa: ¡Ah! ¿estás ahí, miserable, engendro del diablo, infame Cosme Aldaba, galopín maldito, envenenador protervo? pues espera, espera, que al fin te tengo en mis manos y frailes franciscos que vengan no te han de valer. Y se arrojó furioso sobre los dos hombres.

A medida que la chiquilla atendía más, Perucho se ingeniaba en traerle juguetes inventados por él, que la divertían infinito. No se sabe lo que aquel galopín discurría para encontrar a cada paso cosas nuevas, ya fuesen flores, ya pajaritos vivos, ya ballestas de caña, ya todo género de porquerías, que era lo que más entusiasmaba a la pequeña.