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Desde que te has ido de mi vera no lo que me pasa, gachona; ni duermo, ni como, ni sosiego, ni un momento dejo de pensar en ti. ¡Y yo que me figuraba que podía vivir tan ricamente sin verte! ¡Sin duda me has echado algunos polvos en la comida antes de irte, gitana!

¿Por qué no hemos de acordarnos?... Y bien que lo hacías , gachona; bien ajustadito, aunque te hacía falta un poco de garbo. Calle, calle, hermana, que ya no nos corresponde hablar así. Por la regla del instituto no podían tutearse las hermanas aunque fueran próximas parientas. La hermana María de la Luz no olvidaba jamás este precepto; pero su prima lo infringía a cada instante.

¡Siempre el mismo! ¡Eso es! ¡Siempre el mismo! repuso él levantándose. ¡Siempre queriéndote como un babieca! ¡Para , criatura, eres y serás la Virgen del Carmen y la Santísima Trinidad y el copón y la hostia!... ¡Calla, Manolo, calla! Habrá que mandarte á la miga. ¡Si fueras la maestra!... Adiós, gachona.

Luego se irguió haciendo resaltar su bella figura escultural. ¡Ole la palma gallarda! ¡Vaya un talle sandunguero!... ¡Suelta esa mata de pelo, gachona!... ¡Vivan las mujeres flamencas! Y entre los gritos y los oles y el palmoteo infernal, Soledad bailó con toda la elegancia y gentileza que ella sólo sabía.

El malagueño volvió a reír, diciendo con protección: Vamo, no ze críe uzté bilis, ahora que está uzté en vízperas de ser feliz. ¡Nada, nada: lo dicho! repliqué, con las mejillas encendidas ya y con acento más imperioso. A la zalú de uzté y de zu gachona dijo por toda contestación, sorbiendo una caña. Cambiamos de conversación, y volvió a reinar la alegría y cordialidad.

Alardeando de fino, colocó los almohadones ante la chimenea, y dijo a Carola: Anda, gachona, ven y siéntate aquí conmigo, en el suelo, como los moros; nos calentaremos los pies, que estoy hecho un sorbete. Burro, ¡mira que tener frío junto a !

Me se figura un disparate. De aquí nadie puede echarnos..., y de allí, ¡sabe Dios! Por ir una tarde, tomarnos allí media librita de jamón y unas copitas, y tirarte yo cuatro bocados, no perdemos nada. Tengo la llave; mi amigo no va nunca sin que yo lo sepa. Pasado mañana está citado con la condesa; de modo que mañana tenemos por nuestra toda la tarde. ¿Querrás, gachona?