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Entonces no sería un disparate que un día me proclamase yo rey. Figúrese, gabacho. ¡Don Madariaga primero!... Lo malo es que también sería el último, porque la china no quiere darme un hijo... Es una vaca floja. La fama de sus vastos territorios y sus riquezas pecuarias llegaba hasta Buenos Aires. Todos conocían á Madariaga de nombre, aunque muy pocos lo habían visto.

Recibían la limosna con altanería. El mendigo estaba ungido por las palabras del Rabí, y creían de buena fe que beneficiaban a sus donantes, pues así edificaban su ánima por la caridad. Les hacían la merced de dejarse dar limosna. Una tarde paseábase por las Platerías un hidalgüelo gabacho, cuando le asaltó un mendigo de nobles barbas blancas y aspecto distinguido.

Mientes, voto á Dios, gabacho, Y los que oyéndote están Mienten, si crédito dan A tu voz. Aunque el Rey esté presente, No ha de quedar francés vivo. ¡Nunca mayor valor vi! Será, villanos, eterno Castigo tan singular. ¡Que me matan! Váyanse á representar Al tablado del infierno. ¡Qué brioso, qué valiente Manifiesta su valor Aquel mancebo atrevido!

Pronto se marchará usted. Desnoyers no tardó en convencerse de que había algo de cierto en tales murmuraciones. Madariaga era de un carácter insufrible; pero tocado de cierta simpatía por el francés, procuraba no molestarlo con su irritabilidad. Es una perla ese gabacho decía, como excusando sus muestras de consideración . Yo lo quiero porque es muy serio.... Así me gustan á los hombres.

Corneta exclamaba mirando al Bucentauro, navío general . Bien haiga quien te puso Rayo decía irónicamente mirando al navío de este nombre, que era el más pesado de toda la escuadra... Bien por papá Ignacio añadía dirigiéndose al Santa Ana, que montaba Álava . Echa toda la gavia, pedazo de tonina decía contemplando el navío de Dumanoir ; este gabacho tiene un peluquero para rizar la gavia, y carga las velas con tenacillas».

Pues a fe replió el Francés que primero que el Rey de España.... Y antes que acabase la razón el Gabacho, dijo don Cleofás: El Rey de España....

Gracias á estos reproductores, que atravesaron el Océano con iguales comodidades que un pasajero millonario, había podido hacer desfilar en los concursos de Buenos Aires sus novillos, que eran torreones de carne; elefantes comestibles, con el lomo cuadrado y liso lo mismo que una mesa. Esto representa algo, ¿no te parece, gabacho?

Había levantado su rebenque sobre un peón recién entrado en la estancia, y éste le acometió cuchillo en mano. Madariaga se defendía á latigazos, convencido de que iba á recibir de un momento á otro la cuchillada mortal, cuando llegó el francés y sacando su revólver dominó y desarmó al adversario. ¡Gracias, gabacho! dijo el estanciero, emocionado . Eres todo un hombre y debo recompensarte.

Mucho te quiero, hijo, pero aquí nadie manda mas que yo... ¡Ah, gabacho! Eres igual á todos los de tu tierra: centavo que pilláis va á la media, y no ve más la luz del sol aunque os crucifiquen... ¿Dije cinco pesos? Le darás diez. Lo mando yo, y basta. El francés pagaba, encogiéndose de hombros, mientras su suegro, satisfecho del triunfo, huía á Buenos Aires.

Allá son demasiados, viven en montón, estorbándose unos á otros, la pitanza es escasa y se vuelven rabiosos con facilidad. ¡Viva la paz, gabacho, y la existencia tranquila! Donde uno se encuentre bien y no corra el peligro de que lo maten por cosas que no entiende, allí está su verdadera tierra.