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Clarita tiene un entendimiento muy sano, un natural excelente: pero, no lo dudes, á fuerza de dar tormento á su alma para que confiese faltas en que no ha incurrido, pudiera un día torcer y dislocar los más bellos sentimientos y convertirlos en sentimientos pecaminosos; pudiera concebir del escrúpulo de su conciencia, inquisidora del pecado, el pecado mismo que antes no existía.

Como quiera que la fuerza dispuesta para prender al bravucón era insuficiente, hubo que reclamarla mayor, llegando el caso á tener que dar el toque de rebato en la iglesia de Santa Ana, á fin de que acudiera gente que auxiliara á la justicia.

Teresa gimoteaba tras el abanico, y doña Manuela, a pesar de su curiosidad, en fuerza de mirar a la plaza acabó por distraerse. Comenzaban los preparativos de la procesión.

Y dejémoslo aquí si le parece. Y allí se dejó, con mucho placer del fiscal, que no tenía interés alguno en probar sobre su persona la fuerza de los puños de Leto embravecido. Fuese cada cual por su lado; y de esta aventura volvía, con la espina de su recuerdo atravesada en la garganta, el hijo de don Adrián Pérez, cuando se le ha visto aparecer en la plazuela por el lado de la botica.

La enlacé estrechamente y la imaginación debió traerme, como una brisa en aquel momento, el suave perfume de Fernanda. Blanca reclinó su mejilla sobre mi hombro, el muelle contacto de sus senos estremeció mi pecho, tomele la mano con fuerza y rodeando su talle flexible y admirable, la danza lasciva nos arrebató en su torbellino.

Donde quiera que hay mezcla de razas, en Cataluña, en Andalucía y las provincias vascongadas, se ve la fuerza, la actividad, la vida; así como la debilidad y el estancamiento se manifiestan en las Castillas, Galicia y las Asturias, donde la raza se ha mantenido casi totalmente pura. En las poblaciones de la Sierra-Morena hice, en pequeño, la misma observacion.

Isidora trató de abrir el puño del muchacho; pero este apretaba tan fuertemente sus dedos, que los blandos y flojos de Isidora no pudieron moverlos ni un punto, ni separarlos. Con su fuerza varonil, Mariano hacía de su mano un arca de hierro. «Abre la mano, ábrela. No quiero. ¿Qué tienes ahí?... ¿Qué has cogido?». Mariano se puso de un salto en la puerta, siempre con el puño cerrado.

La gloria de cargar sobre la infantería francesa perteneció tan sólo a las primeras filas, aunque no les duró mucho el regocijo, porque los enemigos, convencidos ya de que no tenían fuerza bastante para hacernos frente, tomaban a toda prisa el camino de Bailén.

Coloráronse súbitamente las mejillas de Margarita, y un súbito temblor acometió a Cervantes, que en los ojos de Margarita vio algo que, yendo más allá de lo humano, divino parecía, y que le atraía con una no conocida fuerza, y de tal manera, que el uno dio en los brazos del otro, y sus labios se unieron, y ella, desfallecida sobre el hombro de Cervantes, reclinó su hermosa cabeza, y suspirando le dijo: Mi esposo sois, que ya de ello con vuestros labios y con vuestro abrazo me habéis dado testimonio; y ved lo que hacéis, señor mío, de mi alma, que aquí de celos fallezco y de espanto me muero; que de vos doña Guiomar está enamorada, y duendes hay en esta casa, y yo no tengo como ella medalla de la Inquisición que de los duendes me defienda.

La fuerza había estado igualada hasta entonces entre ambos contendientes; pero ahora Alemania traía nuevas divisiones, las del frente oriental, para dar el golpe decisivo. Faltaba de este lado otro peso equivalente ó mayor, el chorreo final que llena el vaso, lo desborda é inclina la balanza.