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Y no he olvidado el compromiso respondió Nieves , ni estoy dispuesta a perdonársele a usted. En hora buena dijo don Claudio Fuertes; y luego añadió volviéndose al hijo del boticario : ¿lo ha oído usted, Leto? que lo he oído respondió Leto . Pero ¿por qué es la pregunta? Porque con usted va el cuento. ¡Conmigo?...

Lanzaban retos á las gentes de otros pueblos de Vizcaya y aun de Guipúzcoa, llevando en triunfo á su barrenador favorito, para que luchase con los más fuertes de otras comarcas.

La esperimentacion en el hombre sano solo contiene los rudimentos tales como prurito con adormecimiento, sensacion de pesadez, convulsion, calambres. No sucede lo mismo con los vómitos. Estos síntomas del acónito pertenecen todos á hechos tóxicos, y no podemos ver en ellos mas que esfuerzos eliminadores ocasionados por fuertes dósis.

Dolz, á quien cita, nuestros empleados en aquellas aduanas defraudan al Tesoro, y sin duda envían á España cada año la friolera de ocho millones de pesos fuertes.

22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y varones fuertes para mezclar bebida; 23 los que dan por justo al impío por cohechos, y al justo quitan su justicia!

El viento acompañaba en ocasiones con demasiada fuerza, y no se oían las palabras; pero después de cada golpe de mar, entre el murmullo del agua que chorreaba, oíase constantemente el estribillo de la canción: Es honrada Liseta y no fe...a: Se queda en la alde...a... Pero llegó un día de viento y lluvia muy fuertes, en que ya no lo .

Y mientras en Europa tiene un festín la "Intrusa" y los vetustos pueblos son como inmensas piras, España, fabricante de las más fuertes liras, desda el castillo en donde la hostilidad rehusa, amante nos recuerda enviándonos su musa.

Las poblaciones ruinosas que aun se conservan, podrian adelantar, cuando las haciendas y labranzas de sus vecinos quedasen aseguradas con los nuevos fuertes, dando á aquellos fuertes mejor forma y policía, en razon de ser de tránsito

En un instante el almuerzo estaba pronto; salían a luz el charqui y los fiambres, el buen vino de Mendoza, el mate hacía los honores de postres, y luego de pasadas las fuertes horas de sol, emprendíamos nuevamente la marcha de la tarde. Los guías hablaban poco; de tiempo en tiempo una observación sobre tal mula que se iba haciendo vieja, o una consulta para arreglar los sobornos de un carguero.

Los comisionados italianos, con sus banderas y sus vítores, estaban ya en tierra, y lo mismo que ellos, los demás habitantes de Montevideo venidos al trasatlántico para saludar a los amigos. No quedaba en torno del Goethe ningún vaporcillo de pasajeros. Ahora eran fuertes gabarras las que flotaban junto a la nave. Movíanse ruidosamente las maquinillas de descarga.