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Muy fácil seria, sin embargo, remediar males de esta naturaleza, imponiendo fuertes derechos á la introduccion de tan perniciosos líquidos, ó tomando cualquier otra medida que su buen tino le dictase al Gobierno; porque nada hay tan lastimoso como el ver cuanto perjudican semejantes escesos al adelanto social, embruteciendo moral y físicamente á los que se dejan dominar por ellos.

Ellas, huesudas y distinguidas, con amplios escotes y largas colas, lanzaban un «¡ohde asombro cada vez que el croupier se llevaba con la raqueta las fuertes puestas, mientras ellos sacaban del bolsillo interior del smoking nuevos puñados de billetes, saludando su derrota con metálicas risas. Spadoni perdió en un golpe veinte mil francos.

Luego se acomodaron otros seis a la lucha, donde con mayor gallardía dio de muestra el mozo: descubrió sus dilatadas espaldas, sus anchos y fortísimos pechos, y los nervios y músculos de sus fuertes brazos, con los cuales, y con destreza y maña increíble, hizo que las espaldas de los seis luchadores, a despecho y pesar suyo, quedasen impresas en la tierra.

Estado jeneral de cargas y gastos correspondiente á 1809, y en él »el líquido remanente ó sobrante á favor del erario de 445,444 pesos fuertes 5 reales 9 granos

Los aguaceros son frecuentes en aquellas alturas; pero los mas fuertes, que hacen crecer extraordinariamente los rios, comienzan por el mes de Diciembre.

Al mismo tiempo le tomó una mano y comenzó a imprimir en ella vivos y fuertes besos, mientras bañaban sus mejillas las lágrimas y le rompían el pecho los sollozos. El P. Gil quiso arrancarse a aquellas demostraciones, pero no pudo. La arrepentida doncella le tenía sujeto con las manos crispadas. Turbado hasta lo indecible, no supo decir más que...

Por lo que antes dije a usted. ¡Es esto tan diferente de aquello! Pues por esa diferencia me gusta a esto. ¡Ajá!... Tómate esa y vuelve por otra... ¿De manera que usted está satisfecha?... Satisfechísima. ¿Y dispuesta a sacar partido de?... De todo, don Claudio. Y si no lo estuviera, ¿para qué venir aquí? ¡En los mismos rubios, señor Fuertes!... y vaya usted contando.

Después el viejo da con el libro en una mano fuertes golpes y llama: ¡Pedro! ¡Pedro!... A ver, que suban una verja para el fondo del jardín. Pedro dice que no hay ninguna verja. Entonces él replica que , que acaba de verla. ¿Cómo puede haberla visto si no la hay? Así lo afirma Pedro, pero, sin duda, Pedro está trascordado, porque el viejo insiste en que él la ha visto.

Un grupo de hombres jugaba a los naipes. Varios italianos, con fuertes manoteos y gritos, lo mismo que si mandasen un ejército militar, amaestraban a otros españoles en el juego de la morra.

Barret iba detrás, intentando perseguirle, sujeto y contenido por los fuertes brazos de unos mocetones, desahogando su rabia contra aquel bruto que le impedía defender lo suyo. «¡Pimentó»!... ¡Lladre!... ¡Tórnam la escopeta!... ¡Pimentó!... ¡Ladrón!... ¡Devuélveme la escopeta!...