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17 Y si algunas de las ramas fueron quebradas, y , siendo oliva silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la grosura de la oliva; No te ensoberbezcas, antes teme. 21 Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.

Era ésta una gran casa de madera, fabricada al estilo de las que aun se ven en las calles de nuestras ciudades más antiguas; ahora cubiertas de musgo, derrumbándose, y de aspecto melancólico, mudos testigos de las penas ó alegrías de que fueron teatro sus obscuras habitaciones.

La segunda versión, más trágica y animada que ésta, es la que figura en Recuerdos y Bellezas de España, y dice del siguiente modo: «Sobre un lance del juego de pelota trabaron contienda dos hermanos de la familia de Enríquez de Sevilla con otros dos de la de Manzano : aquéllos sucumbieron en la atroz refriega, y fueron llevados exánimes á la casa de su madre.

Y como los indios viesen el fuego, que tuvieron temor de ser quemados y arrojaron las armas en tierra, y se fueron derechos al Viracocha, y como llegasen á él, se echaron por tierra todos; el cual, como ansí los viese, tomó una vara en las manos y fué do el fuego estaba, y dió en él dos ó tres varazos y luego fué muerto.

El cura montó a caballo, con todo su pueblo, que lo quería como a su corazón; se le fueron juntando los caporales y los sirvientes de las haciendas, que eran la caballería; los indios iban a pie, con palos y flechas, o con hondas y lanzas. Se le unió un regimiento y tomó un convoy de pólvora que iba para los españoles. Entró triunfante en Celaya, con músicas y vivas.

Porque aunque el presidente de la sala había resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas, atento a la índole delicada del delito y a las personas que habían intervenido en él, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se formó pronto una asamblea numerosa y más inquieta de lo que debía esperarse.

Vamos, señoras, dinero al plato dijo doña Feliciana. Los tertulios fueron sacando de sus faltriqueras un crecido número de monedas de cobre y otro mucho más escaso de plata. Yo no tomo hoy más que un cartón dijo una señora que tenía cara de lagartija. El domingo perdí seis reales... Ahí va un perro chico. Doña Demetria apuntó Paco, es usted muy desgraciada en el juego.

Porque al volver los ojos en una de sus graciosas volteretas y percibir la falange de sus contrarios, dejó caer los brazos con abatimiento. Sus movimientos fueron desde entonces más lentos y desmayados. Pero ingenioso siempre y fértil en intrigas, aprovechó un momento de respiro en el baile para dirigirse al grupo de sus enemigos y en tono franco y afectuoso les dijo: Amigos, ¿no queréis bailar?

Y luego Inca Yupanqui les señaló ciertas chapas y laderas de sierras que en torno de la ciudad del Cuzco están y á vista de él, y allí les mandó que luego fuesen edificados los tales depósitos, para que, cuando el tal proveimiento fuese traido, hallasen en qué lo meter. Y luego fueron los señores á los sitios que por el Inca les fueron señalados y pusieron por obra y edificio los tales depósitos.

El mayordomo les dijo que se los encomendaba el Bajá; que estuviesen de buen ánimo, quél cumpliría con ellos lo que les había prometido, y quellos cumpliesen con él lo que le habían mandado. Los Capitanes fueron á Joan Daza á pedir dineros para el mayordomo, diciendo que era su libertad. Dióselos en plata y con firma de todos 250 escudos: llevóselos el castellano Fuentes.