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Para más acabado conocimiento de lo que fueron estas fiestas, copiamos á continuación el siguiente certificado: «Gonzalo del Pozo Vrrego escribano del Rey nro.

Nuestros otros antepasados, los arios de Asia, adoraban las aguas corrientes, y desde el origen de las edades históricas, fueron objeto de un culto verdadero.

Desde entonces vivieron con relativa economía, y fueron verdaderamente sensatas. Algún tiempo después, en la tertulia de unas amigas, conocieron a dos hombres jóvenes, íntimos amigos y compañeros de carrera. Pepe Gutiérrez y Andrés Pérez, el primero, comandante de ingenieros y el segundo capitán del mismo cuerpo: ambos dignos de ser queridos.

Rendido el fuerte, rendidas las galeras, los enfermos y heridos pasaron por la espada turca ó fueron vendidos en almoneda á las gentes de Trípoli; los baluartes que abrigaron á los defensores, arrasados con la tierra; quedó con ello pujante en la mar la armada turca; las costas de Nápoles y Sicilia sufrieron las consecuencias, tanto en la retirada de Piali como después en las acometidas de Dragut, habiendo formado escuadra de 40 velas, sin que Juan Andrea Doria, con 17 galeras y 7 galeotas, á que fueron á juntarse las de la escuadra de España mandadas por D. Juan de Mendoza, se atreviera á hacerle frente, antes cayeron en manos del corsario ocho de las de la escuadra de Sicilia, tres de ellas del Rey y cinco de particulares, en sorpresas y combates parciales.

Declarada ya en todas partes la guerra, y las poblaciones y campaña sin resistencia, los que pudieron escapar de los primeros insultos, se refugiaron á las ciudades y villas que les fueron mas inmediatas.

Antes estaba el tresillo cerca de los billares, pero el ruido de las bolas y los tacos molestaba a los tresillistas que se fueron al gabinete rojo, donde estaba entonces el de lectura. El gabinete de lectura se fue cerca de los billares.

12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron. 13 Y en aquella hora fue hecho gran temblor de tierra, y la décima parte de la ciudad cayó, y fueron muertos en el temblor de tierra los nombres de siete mil hombres; y los demás fueron espantados, y dieron gloria al Dios del cielo.

Con esto, dirigiéronse ambos comisionados á Quacos, donde residía el resto de la Comunidad, caritativamente albergada por aquellos vecinos, entonces muy partidarios de todo lo que hacía relación con el naciente Monasterio de Yuste; y, llegado que hubieron Plasencia y Robledillo al puente situado á la entrada del lugar, fueron recibidos por unos y otros con abrazos y fraternal regocijo; con lo que, siendo la hora de vísperas, trasladáronse todos á la iglesia á dar gracias al Señor por la victoria que les había concedido.

Al llegar á este punto tuvimos que dejar la diligencia, porque la nieve, no limitándose como ántes á cubrir los costados, llenaba la carretera. Seis pequeños cajones de madera, llamados trineos, sin ruedas, sin cubierta, de media vara de altos, y lo mismo de anchos, fueron los encargados de recibir á todos los que veníamos en la diligencia.

Todos decían que el padre quería quitarle al hijo todo lo que tenía éste de sastre, para convertirlo en un gentilhombre a fuerza de hacerlo montar a caballo. «No es porque sea sastre; pero, considerando que Dios me ha colocado en esta condición, estoy orgulloso de ello, porque las palabras «Macey, sastre», fueron inscriptas encima de nuestra puerta, antes de que la efigie de la reina Ana desapareciera de los chelines.