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Quedó don Quijote, después de desarmado, en sus estrechos greguescos y en su jubón de camuza, seco, alto, tendido, con las quijadas, que por de dentro se besaba la una con la otra; figura que, a no tener cuenta las doncellas que le servían con disimular la risa -que fue una de las precisas órdenes que sus señores les habían dado-, reventaran riendo.

-Con todo eso, querría -dijo Sancho- que vuestra merced dijese a maese Pedro preguntase a su mono si es verdad lo que a vuestra merced le pasó en la cueva de Montesinos; que yo para tengo, con perdón de vuestra merced, que todo fue embeleco y mentira, o por lo menos, cosas soñadas.

Para templarla y producir una iluminación suave y normal, Clementina hacía colocar dos candelabros con numerosas bujías a los extremos de la mesa. Todas las señoras estaban más o menos descotadas: alguna, como Pepa Frías, escandalosamente. Los caballeros, de frac y corbata blanca. La conversación fué en los primeros momentos particular: cada cual hablaba con su vecino.

26 Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce; más maravilloso me fue tu amor, que el amor de las mujeres. 27 ¡Cómo han caído los valientes, y perecieron las armas de guerra!

»Sentí entonces escaparse de sus labios un tenue suspiro; su corazón no había cesado de latir... Vivía todavía. Abrí las ventanas, y un aire puro refrescó la habitación y logró reanimarle. Le hice respirar un pomo, y por fin abrió los ojos; mi nombre fue la primera palabra que pronunciaron sus labios, y levantó la cabeza, que tenía apoyada sobre mi pecho. »¿Dónde estoy? preguntó.

Cuando descubrieron el Rio Negro, el primer piloto de la real armada, D. Manuel Bruñel, y el teniente de infanteria D. Pedro García, en la zumaca San Antonio la Oliveyra, fué tal la impresion que les causó la barra, que retrocedieron al puerto de San José, y dieron por imposible su entrada.

Los más atrasados, vale decir, los más versados en el saber antiguo, eran los más calificados para enseñar el pasado al presente, y a ese título la Iglesia fue la institutriz universal.

Tal fué al menos la noticia que llegó hasta Cecilia por conducto de Elvira, la doncella, que había visto al criado de don Melchor en la plaza. Al otro día, como no pareciese tampoco, la familia supuso que aun seguía el dolor. Nadie dudaba más que Venturita y Valentina. La bordadora huía de tropezar con la mirada de la niña.

17 Y el nombre de David fue divulgada por todas aquellas tierras; y puso el SE

Cual centinelas que la guardan, tiene a su rededor los ocho barrios siguientes: 1.º el de San Julian, así llamado por una antigua ermita de su nombre, denominada hoy de San Antonio Abad, en cuyo día celébrase allí una fiesta al fin de la cual, los labradores con sus bien enjaezadas caballerías dan carreras por el camino de Valencia que atraviesa el barrio. 2.º el de las Ollerías, porque en él están las alfarerías que proveen a Teruel, y a muchos pueblos de la provincia y de fuera, de cántaros, ollas, jarros, baldosas, ladrillos y demás objetos de tierra cocida, tierra que con abundancia le proporcionan los cerros vecinos. 3.º el del Arrabal, próximo al anterior y a la parte alta de la ciudad. 4.º el de las Estaciones, nombre que recibe de las cruces y escenas de la Pasión que se hallan hechas en baldosa sobre pedestales de ladrillo en el camino del cementerio 5.º el de las Cuevas, denominado así a causa de las que había en la antigüedad habitadas por los moros, y convertidas hoy en casas de mediano aspecto, habiendo alguna que otra cueva que revela bien lo que fue especialmente la marcada con el número 114, que se encuentra a la derecha del camino que desde el molino viejo conduce a Capuchinos por detrás de la casa de Beneficencia. 6.º el del Cármen, que comprende las casas de campo que hay desde la cárcel pública hasta algo mas allá de la ermita de aquel título, sita en la carretera de Zaragoza. 7.º el de San Francisco, así llamado del ex-convento de este nombre.