United States or Wallis and Futuna ? Vote for the TOP Country of the Week !


A propuesta de la enferma, arrendaron una casita en los arrabales de la población, para esperar allí la primavera que llegó tarde aquel año, y la convalecencia de la señora de Ponce que no vino jamás. No obstante, era paciente y dichosa. Le gustaba observar cómo retoñaban más allá de su ventana los árboles desconocidos para ella en California, y preguntar a Carolina sus nombres y sus frutos.

En el fondo de su alma despreciaba a los vetustenses. «Era aquello un montón de basura». Pero muy buen abono, por lo mismo, él lo empleaba en su huerto; todo aquel cieno que revolvía, le daba hermosos y abundantes frutos. La Regenta se le presentaba ahora como un tesoro descubierto en su propia heredad. Era suyo, bien suyo; ¿quién osaría disputárselo?

Esa flora artificial de la moda que prepara cuidadosamente la tierra, y le exige los frutos raros de la fantasía de los artistas de la botánica, rivalizaba aquella noche con los ejemplares más curiosos del Jardín de Plantas. El jardín de la Tijuca había contribuido en sus más bellas muestras.

Lo que allí sube á precio exorbitante, y se tiene por el mayor contrabando, si va sin el despacho de la aduana, es la sal, la cual se lleva de Lisboa, y no se permite de otra parte. Temperamento de Cuyabá y frutos que produce la tierra. En Cuyabá y sus cercanias es el temperamento muy ardiente y húmedo; y consiguientemente se goza en toda aquella tierra de poca salud.

Aquella tarde no asistieron al Casino a la hora del café, como solían, ni Mesía, ni Ronzal, ni el capitán Bedoya ni el coronel Fulgosio. Lo cual notado que fue por Foja, el ex-alcalde, le hizo exclamar en son de misterio: Señores, cuando yo digo que hay gato.... ¿Qué gato? preguntó don Frutos Redondo el americano.

Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero. Les dijo Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al Reino de Dios. 34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.

Hay pueblo que no daría los haberes de comunidad por 100.000 pesos de plata sin poner en cuenta las casas, tierras, ni muebles, sino solamente los ganados, plantíos, frutos y efectos comerciables, y el que menos no bajará de 35.000.

La ilustrada ciudad de Chuquisaca ó La-Plata, circundada de montañas y de campos cultivados, ofrece enteramente la misma temperatura de la Provenza, en Francia, y podria producir los mismos frutos.

Por de pronto, la vida que había hecho durante aquellas dos semanas, muy corridas, de plácida y bien soleada temperatura, no había dejado de darme frutos muy dignos de estimación.

Creo, porque a la vista está, que las cosas se van modificando a medida que corre el tiempo, y lo del refrán castellano que «a otros tiempos, otras costumbres y otras leyes»; pero quiero, sin dejar por eso de ser hombre del día, antes al contrario, por lo mismo que lo soy, que esas modificaciones de las costumbres y de las leyes se deriven por su propio peso, digámoslo así, de la naturaleza de las cosas mismas; que las leyes se acomoden al modo de ser de los pueblos, no los pueblos a las leyes de otra parte porque en ella den buenos frutos.