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Las jóvenes, adornadas con lindos pañuelos de colores, formaban grupos a las puertas de las casas. Vendedores de frutas y confites atronaban con sus gritos. Las tabernas rebosaban de gente, y los puestos de vino entoldados que había en medio de las calles lo mismo. Repicaban las campanas y estallaban sin cesar los cohetes. El sol reía en el espacio.

Y ¿cómo no, si era el yerno del dios de la mar y el marido de la adorable Princesa? Allí vivieron dichosos más de tres años, paseando todos los días por entre aquellos árboles con hojas de esmeraldas y frutas de rubíes. Pero una mañana dijo Urashima a su mujer: Muy contento y satisfecho estoy aquí.

También se les da un hervor en almíbar, en vez de fritos en manteca. BIZCOCHO CON FRUTAS. Pésense tres o cuatro huevos, y lo que ellos pesen tómese de azúcar, así como igual proporción de harina, de manteca o mantequilla, de modo que cada una de estas sustancias pese tanto como los huevos con cáscara y todo.

Centenares de luces brillaban en dorados candelabros, reflejándose en mil chispas de varios colores sobre los vasos tallados y los vistosos jarros llenos de flores y frutas. El mismo desorden que allí había, como en todo lo perteneciente a lord Gray, hacía más deslumbradora la extraña perspectiva del preparado festín. Al fin, mostrando impaciencia, dijo el inglés: Ya no pueden tardar.

Si esto se hiciera así, mayor sabiduría tendrian los hombres; mas lo que sucede es, que por lo comun, y en las mas de las cosas somos como una tropa de niños, que creen haber en la cima de un monte encumbrado y áspero frutas de su gusto, y no las pueden lograr, porque ni tienen fuerzas, ni saben los caminos, quando los hay, para subir á ellas.

Con #nuestras# leyes y estatutos nos conservamos y vivimos alegres; somos señores de los campos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de las fuentes y de los ríos: los montes nos ofrecen leña de balde; los árboles, frutas; las viñas, uvas; las huertas, hortaliza; las fuentes, agua; los ríos, peces, y los vedados, caza; sombra las peñas, aire fresco las quiebras, y casas las cuevas.

Todo a lo largo del río no se encuentra sino pequeñas y miserables poblaciones, donde las gentes viren en chozas abiertas, sin más recurso que un árbol de plátanos que los alimenta, una totuma, cuyas frutas, especie de calabazas, les suministran todos los utensilios necesarios para la vida, y uno o dos cocoteros. Los niños, desnudos, tienen el vientre prominente, por la costumbre de comer tierra.

De este bajo concepto nacía el maltratar tanto á su cuerpo; cuidando tan poco de él como si fuese una bestia; con una escudilla de arroz ó maíz mal guisado, y con frutas silvestres, pasaba ordinariamente; y cuando comía un pez mal cocido, le parecía un gran regalo. No es, pues, maravilla, el que quisiese Dios coronar á siervo tan adornado de méritos y de virtudes con tan felicísima muerte.

Durante la primera le dominaron los recuerdos confusos del pueblo con sus faenas y labores; acordábase de las conversaciones en que la tierra era la preocupación de todo el año, y empeñándose mentalmente en resucitar sus impresiones, se esforzaba en reconstruir, con reminiscencias vagas y sensaciones olvidadas, aquellos días que no habían de volver jamás; las lluvias primaverales que hacían entrever los carros repletos de doradas gavillas; el estío con las llanuras serpeadas por surcos que parecían encender el aire en la irradiación de sus terruños abrasados; el otoño con sus frutas mal sujetas a la cargada rama, convidando al paladar a refrescarse con su azucarado jugo; las tardes con sus vientecillos impregnados de perfumes, y las calladas noches envueltas en misterios, poblaban su pensamiento de ensueños indecisos.

¿Y de dónde vamos a sacar los víveres?: yo no veo por aquí más que frutas, deliciosas, , pero poco nutritivas. Llevaremos con nosotros gran cantidad de galletas, mejores que las que nos han robado. ¿Has encontrado alguna panadería? preguntó Cornelio riendo. No; pero te aseguro que muy pronto tendremos todo el pan que nos la gana. ¿Es verdad, Horn?