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Abrió la boquita... dos muecas, con los ojos entelados, y dobló el cuello.... Lo mismo que un pajarillo... lo mismo. Y lloraba, repitiendo tenazmente la semejanza entre su hijo y los pájaros que caían en invierno muertos de frío. El campanero miraba sombríamente a Gabriel. que lo sabes todo: ¿verdad que ha muerto de hambre?

Una corriente de aire frío, que subía del abismo, era lo único que les reveló el peligro. Las cumbres y desfiladeros de los alrededores estaban envueltos en tinieblas.

Esto era otra cosa; un sentimiento austero, algo frío, poético, eso , por el misterio que le acompañaba; pero más tenía de solemnidad que de nada. Era algo como una investidura, como hacerse obispo; en fin, no era una alegría ni una pasión. Y daba vueltas Bonis en su lecho, impaciente, como en un potro, conteniéndose tan sólo por cumplir el racional precepto de D. Venancio.

No. ¡Ah! ; toma mi reloj; se lo darás a Grano de Sal. Bien. Vamos... ¡Ah! me olvidaba; si el capitán no revienta allá arriba, dile de mi parte que ha mandado como un valiente. Bien. Vamos... ¿De modo que crees que estoy lo que se llama...? , a fe de hombre, y ya comprenderás que yo no querría hacer una mala partida a un amigo. Es verdad. Pero a pesar de eso siempre... Brrr... ¡Qué frío!

Feli quedábase en casa, enferma, temblando de frío, fijando en el suelo su mirada de estúpida vaguedad, como si la hinchazón de su abdomen absorbiese su pensamiento.

Siento que esa devoción no me cause frío ni calor replicó ella sin dar un paso para apartarse. El conde lo dio alzando los hombros con resignación y diciendo: ¡Más lo siento yo! Sorteando las parejas de baile, que ya habían comenzado el rigodón, llegó de nuevo adonde estaba el ama de la casa.

Todos estaban atentos á la voz de mando, esperando que llegara el instante para caer sobre la horda de racistas y exterminarla con el filo de sus machetes. El capitán Perdomo á cuyo lado estaba el valeroso oficial Ovidio Ortega, estaba frío, impasible, siguiendo con la vista todos los movimientos que el enemigo hacía.

Un perfume punzante de drogas explosivas le hizo llorar y arañó su garganta. Al mismo tiempo tuvo frío: sintió su frente helada por un sudor glacial. Tuvo que apartarse del puente. Varios soldados pasaban con heridos para meterlos en el edificio, á pesar de que éste caía en ruinas. De pronto recibió una rociada líquida de cabeza á pies, como si se abriese la tierra dando paso á un torrente.

A su lado se sentó Blanca; yo le eché la cariñosa manta de nutrias sobre los pies y a un signo del cochero, las dos yeguas del tronco partieron a escape. Trepamos a nuestro cupé. Don Benito estaba radiante de alegría, pero se esforzaba por aparentar una profunda severidad. ¿Y qué tal? le dije con sorna. ¡Pscht, mucho calor! Era en julio y hacía un frío de todos los diablos.

El agua fria en locion, lavativa, infusion, ó aplicada por medio de un lienzo empapado, en pediluvios, y aun por inmersion instántanea, estimula la reaccion, disipa el frio de una manera durable, entona la fibra, fortifica los tejidos y los escita.