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¿Qué hacía él en aquel tiempo? ¿En qué pensaba? ¿Cuáles eran sus esperanzas? Su existencia no tenía objeto; era una existencia vacía, gris. Treinta y cuatro años, ninguna arruga en la frente; ¡pero cuántas arrugas en el alma!

En el centro del lienzo esta Jesús desnudo, maniatado con una cuerda a una columna que se ve a la izquierda, estirados los brazos, dobladas las piernas, puesto el tronco casi de frente, y movida la cabeza con dolorosa expresión de sufrimiento, hacia la parte de la derecha, donde un ángel, de rostro más humano que divino, hace ademán de mostrar el martirizado cuerpo a un niño de seis o siete años, que cruzando las manos se ha postrado de hinojos para adorarlo con señales de la mayor ternura.

Podrán hurtarme mis veneros de oro, pero al perder tan singular tesoro, es que habré sido traicionado y muerta. Rizal, Mabini, del Rosario y Luna, hijos míos y tuyos son. Cada una lleva en la frente un evangelio escrito. Si yo les mi maternal entraña, no empresa mía fué, sino de España, fundir el alma en su troquel bendito.

Muero sin pesar y no tengo miedo. Hace tanto tiempo que no duermo bien, que necesito reposo. Olga BremerEl anciano experimentaba un sentimiento de angustia absoluta. Se bamboleaba, apretaba los puños y se golpeaba la frente; en seguida volvió a caer sobre una silla. Es una locura, una completa locura gimió enjugándose las gotas de sudor que cubrían su frente.

Encontróse, al cabo, en un apartado gabinete del Veloz, a un viejo con grandes patillas canas y una cabellera blanca y espesísima, más digna de coronar la frente del rey Lear que aquel rostro encarnado y granujiento en que había dejado impresa su huella todos los vicios.

La frente, abombada y saliente, parecía aplastar con su peso las facciones morenas e irregulares, alteradas por la huella de las viruelas.

Paco Luján sintió que el corazón entero se le derretía en lágrimas, y acudió a sostener al niño, que parecía próximo a desfallecer; tenía una herida en la frente y manaba de ella sangre en abundancia, que corría por su rostro y teñía ya su camisa.

La mirada magnética de Venturita había concluído por electrizarle. Has hecho mal en traerme a tu cuarto dijo sonriendo mientras se pasaba el pañuelo por la frente. ¿Pues? preguntó ella abriendo y cerrando varias veces los ojos, como esos relámpagos que se advierten a la caída de la tarde en los días muy calurosos del verano. Porque me siento mal respondió él con la misma sonrisa.

Ana, mientras oía, con la frente inclinada, mirando las piedras del patio, sólo podía vislumbrar de soslayo el gabán claro, pulquérrimo del buen mozo.

Gota de agua es el vate: con su verbo profético y sombrío piérdese de la vida en el combate, cual árbol seco que arrastrara el río; su idea es torrente que brota de la cumbre de su frente y derramando la cascada roja de sus magnas virtudes, como el río, también salta y se arroja al mar de las dormidas multitudes.