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Yo te presentaré a una peña de verdaderos escritores. Grandes poetas... gente que ha estrenado con éxito. Y frecuentó por las tardes una cervecería, punto de cita de la nueva tertulia, que, por su aspecto, impuso gran respeto al tímido Maltrana. El hijo de la Isidra experimentó gran turbación al tratarse con dos marqueses que eran poetas y otros jóvenes emparentados con famosos personajes.

Frecuentó mucho más las tiendas de vinos y en la suya procuraba que reinase la alegría hasta las altas horas de la noche. Con lo cual, si no se consolaba, por lo menos se aturdía. Era esto poco, sin embargo. Comprendía que la mejor medicina para aliviarse sería un nuevo amor y trató de buscarlo.

Carlos siguió sus cursos, frecuentó los hospitales, hizo su internado, practicó a la vista de sus maestros y ganó a pulso todos sus diplomas y algunas medallas que hoy constituyen el adorno de su gabinete. Su única ambición era suceder a su tío y acabar con los enfermos que el buen hombre le dejase.

Luna frecuentó las reuniones de casa del campanero. Acompañaba a su sobrina gran parte de la mañana arrullado por el tictac de la máquina, que le producía una dulce somnolencia, viendo cómo la tela pasaba bajo la aguja a pequeños saltos, esparciendo ese perfume químico de los tejidos nuevos. Contemplaba a Sagrario, siempre triste, entregada al trabajo con tenacidad taciturna.

Nombrado su padre miembro de la Dieta del imperio, trasladó con él su residencia, todavía joven, á Francfort del Mein, cuyo gimnasio frecuentó.

Había querido ver la casa de su hijo. ¡Pobre viejo!... Le arrastraba la misma atracción del enamorado que, para alegrar su soledad, recorre los lugares que frecuentó la persona amada. No le bastaban las cartas de Julio: necesitaba ver su antigua vivienda, rozarse con todos los objetos que le habían rodeado, respirar el mismo aire, hablar con aquel joven que era su íntimo compañero.

La buena señora se lamentó, pero no hizo nada, y Tellagorri se encargó de cuidar y alimentar a los huérfanos. La Ignacia entró en la posada de Arcale de niñera y hasta los catorce años trabajó allí. Martín frecuentó la escuela durante algunos meses, pero le tuvo que sacar Tellagorri antes del año porque se pegaba con todos los chicos y hasta quiso zurrar al pasante.

Volvió á mirar á Torrebianca, y terminó diciendo: Por desgracia, los que llevan con ellos á una mujer carecen casi siempre de esa fuerza que ayuda á realizar sus grandes empresas á los hombres solitarios. Después de este almuerzo, durante el cual sólo se habló del poder del dinero y de aventuras en el Nuevo Mundo, el colonizador frecuentó la casa, como si perteneciese á la familia de sus dueños.

Neluco frecuentó más la cocina al principio que al fin de aquella temporada, y yo creo que lo hizo con el fin caritativo de abreviarme el periodo de «aclimatación», porque le notaba yo muy diligente en echar hacia los temas de las conversaciones, en traducirme las metáforas y en ayudar a mi tío en su incesante tarea de avivar fuegos de la tertulia aguijoneando a los concurrentes más activos.

El casarse no es un acto tan libre como parece a primera vista... Se casa uno cuando llega la hora y una porción de circunstancias se han juntado para ello... Casarse porque , por una determinación de la voluntad, sin haberse enamorado antes de una mujer y sin juzgarla digna de llamarla esposa, me ha parecido siempre insensato... Además, en Madrid, en las sociedades que yo frecuento, se encuentran muchas jóvenes bonitas, elegantes, que tocan el piano admirablemente, y cantan a veces como las tiples que se chichean en el Real, y a veces pintan acuarelas y paisajes al óleo demasiado verdes, y escriben cartas a los novios con bastante ortografía... pero buenas esposas y buenas madres de familia, ¿cree V. que se encuentran con tanta facilidad?