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Hasta en la temporada en que la naturaleza se muestra más avara de sus riquezas, el arroyo nos encanta por su nuevo aspecto. Durante los grandes fríos, los hombres que mejor resisten las bajas temperaturas, pueden asistir á presenciar la lucha conmovedora que se verifica entre el hielo invasor y el agua que queda líquida.

La orina de los dementes se caracteriza por el predominio de la urea. Y diga usted prosiguió en voz alta, ¿no suele usted tener los pies fríos? Helados. En el invierno gasto dos pares de calcetines porque no los puedo sufrir. Y la cabeza ¿no se le calienta a usted? ¿La cabeza? ¡hecha un volcán!

Los vinos de Burdeos se sirven ligeramente tibios, es decir, a la temperatura de la habitación; el vino de Borgoña y los vinos blancos de Jerez se sirven fríos, a la temperatura de la bodega. Los vinos de Champagne se sirven ligeramente helados.

Varias veces durante la noche levantábase a orar; al amanecer, en los días más húmedos y fríos del año, salía de casa para ir a la iglesia, donde pasaba algunas horas de rodillas; ayunaba con un rigor que no había visto ni en su ascético maestro del seminario, abstinencias prolongadas, terribles, que parecían imposibles de resistir; gastaba cilicios en las piernas y los brazos, y se disciplinaba los viernes y en las vísperas de las fiestas señaladas.

Le veía siempre tan tranquilo, tan sereno, tan dispuesto a todo, con su fisonomía amable, de rasgos un poco fríos, la mirada impertinente para todos los que no eran sus amigos, y aquella sonrisa rápida y seductora de la cual sabía hacer oportunamente tan pronto una caricia como un arma ofensiva.

Después, arrastrada por cierta fuerza misteriosa que acredita la existencia del magnetismo, volvió la cabeza hacia la sala y halló los ojos turbios y fríos del conde que también los contemplaba.

El ambiente de amables alegrías se había modificado gradualmente en la estancia de Astul hasta ofrecer a ratos el aspecto de una casa de duelo. Ricardo, Lorenzo y Melchor paseaban como con desgano; se aislaban, acaso sin determinarlo deliberadamente y cuando conversaban lo hacían sobre temas indiferentes o fríos.

Acerca de estas tierras de Magallanes, ha puesto Su Magestad especial empeño; pues habrá poco mas de cuarenta años, que envio una mision entera para estas tierras, y en ella venian padres escogidos, de tierras frias, para que mejor pudiesen aguantar los frios de hácia el Estrecho.

En fin, temiendo que por este resquicio de mis flaquezas se me fueran colando otros aires aún más fríos y enervadores, cerré las puertas del discurso a toda reflexión contraria a lo convenido, y Alea jacta est, me dije, como César, resuelto a pasar a todo trance mi correspondiente Rubicón.

Y él cantaba con su voz ronca de marino, formada por los fríos, las nieblas, el alcohol y el humo de la pipa: Ateraquiyoc Emanaquiyoc Aurreco orri Elduaquiyoc Orra! Orra! Cinzaliyoc Itsastarra oh! oh! Balesaquiyoc. Lo que quería decir en castellano: «Sácale! Dale! A ese de adelante, agárrale. Ahí está, ahí esta, cuélgale, marinero, oh! oh! Puedes estar satisfecho