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Sin más defensa que el chaquetón, toreó a la bestia, alejándola de la señora y librándose de sus furiosas acometidas con graciosos quiebros. La muchedumbre, olvidando el reciente susto, comenzó a aplaudir, entusiasmada. ¡Qué felicidad! Asistir a un simple acoso y encontrarse con una corrida casi formal, viendo torear a Gallardo gratuitamente.

Esta alegría sin saber por qué, estas bromitas de clerigalla, y usted dispense, esta tolerancia formal, puramente exterior, sin disimulos para tapar la boca a los profanos.

La baronesa creía que bajo las inesperadas artísticas aficiones de su lectriz emboscábase una intentona de emancipadora rebelión, y ya que no pudiese oponer un formal veto sin manifestar al desnudo su celoso despotismo, desahogó su mal humor presentando un diluvio de objeciones. ¡Es gracioso que esa señorita se permita disponer de su tiempo sin mi permiso! dijo a su sobrino.

Andrés se las echaba de hombre de mundo, y apenas era hombre mundano; Andrés se las echaba de hombre libre de preocupaciones, y hasta mucho despues de aquellos venturosos dias no ha logrado verse libre de la preocupacion de no tener ninguna; Andrés se las echaba de hombre formal, y él era el único que mientras hablaba conservaba la cara séria, resalte el mejor de sus chistes.

Pues ahora es la ocasión, porque empezáis á vivir replicó con audacia tranquila el carpintero. eres un hombre formal, sabes trabajar y harás feliz á mi Pepa. Cuando yo me casé tenía solamente... Frasquito no le dejó concluir. Con ademanes descompuestos, echando casi espumarajos por la boca, profirió: Lo que ha hecho usted es engañarme como un charrán.

Al fin, aquella corza ligerísima, un poco más familiarizada con la vista del joven, principió á vagar por los contornos de la tienda, aunque siempre recelosa y pronta á escapar. Una noche Octavio le dió la mano al despedirse, como si se tratase de una persona formal. La niña se lo agradeció con una sonrisa.

»Con motivo tan poderoso y la promesa formal de ser más diligente para escribirte en lo sucesivo, termino aquí esta carta ofreciéndote su extensión y las franquezas de que va henchida, como ejemplos que estás obligada a imitar cuando me contestes; sobre todo el de la franqueza. Con ella y el acopio que habrá en casa, ¿qué mejor novela para que la carta que me escribas?

Le mirábamos recorrer su jardín de un lado a otro; reforzar sus plantas con rodrigones, arrancar las hierbas dañinas y detenerse a menudo en medio de sus faenas para lanzarnos una mirada investigadora, con el objeto de hacernos comprender que era un Mentor formal.

Hubo quien, puesto ya el caso en el terreno de las indagaciones, aseguró haber oído algo muy parecido a lo que el lector y yo sabemos de la historia de nuestro personaje; pero como los nombres de uno y de otro no coincidían exactamente, y había quien aseguraba muy formal que el recién llegado era un rico negociante de Madrid que había trasladado su residencia, calló la murmuración y tomósele de buena gana, a pesar de ciertos resabios de mal género que de vez en cuando le asomaban, y sobre todo a su mujer, por un señor de importancia, muy rumboso además y muy atento.... Y esto que era la verdad pura.

Pero como Raimundo gozaba tal fama de muchacho formal, de conducta intachable, como hacía ya tiempo que manejaba y cobraba los cupones, y como en fin no le faltaban más que tres años para llegar a la mayor edad, su tío no quiso recogerlos. Los dejó en el mismo cofrecito que estaban.