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Los huéspedes se levantaron, y todos se pusieron en movimiento para socorrerme. Matildita se hizo merecedora de mi gratitud eterna por la actividad prodigiosa que desplegó en atenderme, a pesar de hallarse la pobrecita muy asustada. Antes que el médico forense y los otros que, por diferentes conductos, habían sido llamados, vino el juez a tomarme declaración.

Mateu, dulce, tímido, con su perilla rubia, que parece una perilla de teatro, padeció a Losada, el músico orangután, la bestia lírica que tenía un gran talento , y a Granados, la bestia jurídica, que tras de un discurso leguleyo con considerandos y resultandos, acababa por pedir cero cincuenta. La gente, por no oír su oración forense, más aburrida que un artículo de fondo, le daba el dinero.

Retorno encantador que sería solo censurable si romanticismo significara otra vez el tumulto forense de una poesía callejera; mas no si regresáramos, por los collados de Bécquer, al reclamo lunático, al epitalamio triste del ruiseñor y la noche.

Allí estaba un tomo de Los cien tratados, enciclopedia popular, que junto a un curso abreviado de la cría de gallinas y otras aves de corral, mostraba un compendio de Derecho civil. Sobre este tomo vio otro que decía: Laspra, Práctica forense, y otro con el rótulo: Código mercantil comentado. ¿Qué significaba aquello?

No tomo carta alguna en este juego era la contestación invariable, aunque humorística, que daba siempre a quien le preguntaba. El juez, que era al propio tiempo su aprehensor, se arrepintió vagamente de no haberle descerrajado un tiro aquella mañana; pero pronto desechó esta flaqueza vulgar como indigna de un numen forense.

Andrés era el padre grave de la reunion; el padre grave por la seriedad de su cara, por lo reposado de su voz, por la entonacion verdaderamente forense con que ya entónces explanaba sus originales teorías sobre arte, sobre política, sobre religion y sobre todo.

Entre los presos hallábase cierto corregidor, de quien decíase que había sido más voraz que sanguijuela para sacar el quilo a los pueblos cuyo gobierno le estaba encomendado. La causa, entre probanzas, testigos, careos, apelaciones y demás batiborrillo de la chusma forense, llevaba trazas de dar tela para pleito durante tres generaciones por lo menos.