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Es un artesano que viene del trabajo y aprovecha unos momentos antes de comer para ensayar. Unas veces las notas discurren seguras y llenas; de pronto flaquean y se apagan... y la tonada recomienza con el mismo brío, para volver a apagarse y comenzar de nuevo. El sol es templado y entra en una confortante oleada hasta la mesa en que Azorín lee y escribe.

Sus cuernos son cortos, pero fuertes y afilados; no hay acero que se le pueda comparar. Su cuello musculoso soporta sin esfuerzo una cabeza enorme, y sus patas secas y nervudas no flaquean bajo el peso de su pecho y de su grupa que son de una amplitud extraordinaria.

Diríase que se encuentra con el límite que á sus investigaciones le ha puesto el Criador: y que al empeñarse en traspasarle, se desvanece, siente que sus fuerzas flaquean, que su vida se extingue, como la de todo viviente al salir del elemento que le es propio.

Como la postura en cuclillas le resulta incómoda, da una vuelta, y... ahí, frente a él, mirándole de hito en hito, sonriendo con lástima cuando menos a Apolonio se le antoja una sonrisa de lástima , descubre a Belarmino en persona. ¿En persona? A Apolonio le flaquean las piernas. Cae de rodillas. Belarmino está en pie, callado e inmóvil.

Sigilosamente, tiende el trabajo su escala al primer baluarte, y va subiendo peldaño a peldaño, regando el camino con el sudor de su frente, y llega y se reposa y mira todo aquel estruendo y aquel chocar de pasiones, que bulle en su derredor, como mar agitado por la tormenta; cobra nuevos alientos, y sube y sube, siempre peldaño a peldaño... a veces, flaquean las fuerzas, se detiene, vacila, cae... pero, agarrado a la escala, recobra pronto el equilibrio y vuelve a subir penosamente.

Mas al ver que se tambaleaba, le preguntó: Pero, diga usted, ¿le pasa algo? Vengo de ver a los heridos. ¡Ah! ¡! Las primeras veces le flaquean a uno las piernas; pero si usted hubiera visto pasar quince mil, como nosotros, ya no se preocuparía. ¡Un cuartillo de vino! ¡Pronto! dijo Hullin, que se sentía mal . ¡Oh! ¡Los hombres! ¡Los hombres!... ¡Y dicen que somos hermanos!...

Pero tan pronto como se vuelve sobre mismo, y dejando la percepcion directa pasa á la refleja, queriendo percibir la misma percepcion, sus fuerzas flaquean, y cae en la confusion, orígen de interminables disputas.

Á recorrer la tierra Confortando creyentes que flaquean. ¡Qué! la edad, las fatigas y la guerra No han domado tus sienes que blanquean? No, no: yo voy á recorrer la tierra, Y á confortar creyentes que flaquean. ¿Á dónde vas? Á quebrantar los yugos Con que oprimen al pueblo los tiranos. ¡Tiembla! te entregarán á los verdugos, Y el pueblo inerme batirá las manos.