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, tuve... dos o tres: tres fijamente. Es decir, ¿que se te han muerto? No he dicho tal: viven los ángeles de Dios, pero con su madre. ¿Luego no hacéis vida común? Hasta cierto punto: bajo el mismo techo, pero con distintas horas y diferentes costumbres. Quise decirte que los chicos están al cuidado de su madre y sin apego maldito a . Y eso ¿no te produce celos de padre amoroso?

Esta imagen, casi tan idéntica á lo que era Perla, parecía comunicar algo de su cualidad intangible y flotante á la niña misma. La manera en que Perla permanecía allí, mirándoles fijamente al través de la semi-obscuridad de la selva, era realmente extraña; iluminada ella, sin embargo, por un rayo de sol atraído allí por cierta oculta simpatía.

Cuando se encontraron frente a frente en el boudoir, le dijo Pepa cogiéndola por las muñecas y mirándola fijamente: Vamos a ver, Clementina, ¿ sabes cómo andan los negocios de tu marido? Fué un golpe en medio del pecho. Clementina, aunque sin precisión, tenía noticias de las pérdidas de Osorio, de su creciente y febril afán de jugar.

Azorín ha dicho: Pepita, me marcho. Pepita se ha vuelto sobresaltada y ha exclamado: ¡Ay, Azorín! ¿Usted se marcha? Y le ha mirado fijamente con sus anchos ojos azules. Parecía que con su mirada le acariciaba y le decía mil cosas sutiles que Azorín no podría explicar aunque quisiera. Cuando oímos una música deliciosa, ¿podemos expresar lo que nos dice?

Al cabo de unos instantes D.ª Faustina dió el alto. Considere el lector lo que entonces pasó por el corazón de D.ª Feliciana. Si no fuese porque Paco la miraba fijamente y sonriendo, es seguro que aquella noche D.ª Faustina hubiera oído las verdades del barquero. Otras cinco veces entraron de golpe las bolas de boj en la bolsa, y otras tantas salieron una á una y con pausa.

Elena miraba fijamente á Ricardo, como si no lo hubiese visto bien hasta entonces, y él evitaba el encuentro con sus ojos. Entró Pirovani llevando un gran paquete y vistiendo otro traje nuevo, cuadriculado de diversos colores, como la piel de un reptil. Señora marquesa: un amigo mío de Buenos Aires me ha enviado estos caramelos. Permítame usted que se los regale.

¿Y qué soy ahora? preguntó el anciano, mirándola fijamente al rostro, y dejando que toda la perversidad de su alma se retratase en la fisonomía. ¿Qué soy yo ahora? Ya te he dicho lo que soy: un enemigo implacable: un demonio en forma humana. ¿Quién me ha hecho así? Yo he sido, exclamó Ester estremeciéndose. Yo he sido, tanto ó más que él. ¿Por qué no te has vengado en ?

Apenas me escucháis dijo . ¿Qué tenéis? Nada. ¿Habéis llorado? Puede ser. ¿No soy vuestro viejo amigo, para recibir la confidencia de vuestras penas? Yo no tengo penas... No lo que tengo... Tomole con firmeza las dos manos acercándose más y mirándola fijamente. ¡Pobre hija mía! dijo a media voz , ¡si supieseis cuánto os amo!

Apenas había aparecido, el toro se retiró al otro extremo de la arena para aprestarse a combatir al nuevo adversario. Gracias a esto, el hombre negro tuvo tiempo de hacer ejecutar algunas cabriolas a su caballo y de apostarse al pie del palco de la mujer. ¡¡¡Y tuvo el atrevimiento de mirar fijamente a aquella prometida del Señor!!!

Ella me miró fijamente un instante y girando sobre misma tomó del asiento que ocupaba el libro que había estado leyendo y que fue a poner de canto entre las rejas de la ventana próxima.