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Juan fija una mirada ardiente en su hermano, que, con el alma y el cuerpo quebrantados, permanece agobiado delante de él... Está firmemente resuelto a no volverlo a ver... Pero es preciso que le tienda la mano... en el momento de la separación. Adiós, hermano dice aproximándose a Martín, que se deja estar sentado, inmóvil. feliz y consérvate bueno.

No necesitaba consejos, pero ¡ay! cuando llegaba por la noche a la casa de su amada, cuando se veía en aquel dormitorio que parecía exhalar el mismo perfume de Leonora, como si hubiera absorbido en sus muebles y cortinas la esencia de su cuerpo, sentía los efectos de aquella murmuración encarnizada, de la curiosidad de toda una población fija en ellos.

Eran los barrenos de las minas, que se disparaban á una hora fija, por la mañana y por la tarde, avisando los vigilantes con sus cornetas para que se alejase la gente.

De la creación grandiosa del mamífero gigante ha salido un ser imposible, primer retoño poético de la fuerza creadora, que al principio tuvo fija la vista en lo sublime y luego por grados pasó á lo posible, á lo duradero. El admirable animal teníalo todo: tamaño y fuerza, sangre caliente, sabrosa leche, bondad; lo único que le faltaba era la manera de vivir.

¡No me conocíais! ¡No me habéis visto antes de ahora! dijo la Dorotea, que comprendía en la mirada del fraile, fija en ella, algo de espanto, mucho de anhelo y muchísimo de afecto. El bufón se anticipó al padre Aliaga. No, hija mía, no; este respetable religioso no te conocía ni de nombre. Me estáis engañando dijo de una manera sumamente seria la Dorotea.

Vinósele también a la memoria su padre, Carmela, Rosarito, todo el dulce pasado. Sintiose entonces triste, muy triste; la asaltaron miedos y terrores indefinibles, pero fortísimos; pareciole su situación extraña y peligrosa, preñado de amenazas el presente, obscuro el porvenir. Dejose caer en una butaca y clavó en las luces la mirada fija y vacía de los que se absorben en penosa meditación.

De todas aquellas personas, ninguna estaba tan enérgicamente fija en mi pensamiento como Santorcaz, hombre para incomprensible y sospechoso, y que empezaba a inspirarme secreta antipatía, sin que acertara a explicarme por qué. Al siguiente día hicimos un movimiento por la orilla izquierda, río arriba, hasta un punto mucho más alto que Menjíbar.

Mi atención estaba por completo fija en Cecilia, que se acercó tranquilamente a Enrique presentándole sus frescas y sonrosadas mejillas. El joven apenas las rozó con sus labios. No se ruborizó, no palideció, no perdió el conocimiento, como yo esperaba: estuvo tranquilo y sereno. Decididamente, me dije, es un héroe.

Sin hacer el menor caso de aquellas voces, el músico seguía pulsando las cuerdas, fija la mirada en el ahumado techo, como tratando de recordar la letra de su canto. Luégo entonó con ronca voz una de las canciones más obscenas de la época, con visible aprobación de la mayoría de sus oyentes.

Fernando fué el que habló primero, comenzando como todos los amantes con la expresión de la felicidad que sentía al verse por fin junto á la mujer amada. ¡Cómo había deseado aquel momento!... Recordaba las horas de muda contemplación, allá en su despacho de los altos hornos, con la vista fija en las cartas de ella, como si la letra de Pepita le hablase misteriosamente y su sonrisa brillara entre los renglones.