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Figurémonos una substancia que pudiera llevar el globo terraqúüeo en la mano, y que tuviese órganos análogos á los nuestros, y es cosa muy factible que haya muchas de estas substancias; y colijamos que es lo que de las funciones de guerra, en que hemos ganado dos ó tres lugarejos que luego ha sido fuerza restituir, pensarian.

Mas para mostrarlo mejor, figurémonos que Dios hubiese hecho al mundo no mas que de la grandeza de una naranja, y que hubiera colocado en él á los hombres tan pequeños, que tuviesen con aquel mundo la misma proporcion que hoy tenemos con este que habitamos; en tal caso es cierto, que el mundo que aquellos hombres habitarian les pareceria tan grande como nos parece á nosotros el nuestro, y lo sería si se considerase segun la proporcion que tenia con ellos, pero no en la realidad.

La poesía será siempre el lenguaje del entusiasmo, como dice el ilustre Jovellanos. Figurémonos que yo me llamo Benavides y que Carvajal quiere quitarme la honra a obscuras, como el ladrón de infame merecimiento; De vuestros torpes amores dará venganza a mi enojo, mostrando a mis sucesores la nobleza de un león rojo en sangre de dos traidores...?».

Imaginemos el mundo como un inmenso vaso en que están contenidos todos los cuerpos: vaciémosle de repente; aquí una cavidad con espacio igual al universo. Figurémonos, que mas allá de los límites del mundo, hay capacidad para otros cuerpos, aquí el espacio sin fin ó imaginario. El espacio se nos presenta á primera vista, si como infinito, al menos como indefinido.

Todo hombre de origen español desaparecería de la Isla más pronto que desaparecieron los indios cuando se apoderaron de la Isla los españoles. ¿Pero qué mal, qué daño, qué terribles ofensas hemos hecho los españoles de la Península á los españoles de Cuba, para que á ser unos con nosotros prefieran algo á modo de suicidio colectivo? Nada prueba menos que el exceso de prueba. Figurémonos que el Sr.

Necesario y bueno es tomar de allí lo que conviene; pero haya tino y juiciosa elección en lo que se tome. Cierta poesía no es ya erótica, sino crapulosa y nauseabunda. Entre las causas que concurren á dar ser á esta poesía, además de las ya mencionadas, entra una vanidad pueril de que el poeta no se da cuenta á veces. Figurémonos al poeta en París.

«Figurémonos que usted se me muere: ¿qué va a ser de ?». «Es horroroso, es horroroso, pensaba el Magistral, pasar plaza de santo a sus ojos, y ser un pobre cuerpo de barro que vive como el barro ha de vivir. Engañar a los demás no me duele; ¡pero a ella!

Y para el padre, ¡que golpe! ¡Porque figurémonos todos lo que sería D. Francisco cuando su hijo, ya hombre, empezase á figurar, á confundir á todos los sabios, á volver patas arriba la ciencia toda!... Torquemada sería en tal caso la segunda persona de la Humanidad: y sólo por la gloria de haber engendrado al gran matemático, sería cosa de plantarle en un trono. ¡Vaya un ingeniero que sería Valentín si viviese!

Vamos a ver dijo Bonifacio, que apenas oía, porque estaba manteniendo una lucha terrible con su conciencia. Figurémonos que usted es cazador... y va y pasa por una heredad mía; supongamos que soy yo el otro; bueno, pues usted ve dentro de mi heredad un ciervo, un jabalí... lo que usted quiera, una liebre.... Una liebre dijo Reyes maquinalmente. Va, y ¡pum!...

Y cuántas veces, después, había visto las cosas de otra manera, y había llegado a pensar: «¡Todo es cuestión de geografía! Si yo fuese turco, todo esto sería legítimo; pues figurémonos que estamos en otras latitudes... y longitudes». Más era: en aquel instante en que hacía tan tristes reflexiones, ¿estaba arrepentido? No.