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Al recibir la noticia de la muerte de su marido, quedose anonadada, embrutecida, sin poder pronunciar una palabra ni derramar una lágrima. Después fue presa de la fiebre, el delirio, y al cabo de quince días murió. Juan se encontraba solo en el mundo a los catorce años.

Algún tiempo después, Poldo cayó enfermo de un grave ataque de fiebre y murió, pero, aun cuando es bastante extraño, le dejó, así lo aseguraba Blair, el paquete de cartas con el secreto.

El pulso débil y fácil de deprimir, y que se hace pequeño y apenas sensible en el estadio del frio, es una indicacion esencial para el tártaro estibiado. Este medicamento no tiene uso en cualquiera otra fiebre que no tenga carácter catarral, reumática y gástrica.

Más tarde, cuando la santa alianza tuvo que reconocer que tu dulce país tenía la fiebre amarilla... ¡Por mi Juana! era una fiebre de libertad.

Dió un espantoso grito, movió al fin sus brazos, y de un terrible revés envió lejos de á Pimentó y su extraña cabellera. Tenía los ojos bien abiertos y no vió más al fantasma. Había soñado; era sin duda una pesadilla de la fiebre; ahora volvía á verse en la cama con la pobre Teresa, que, vestida aún, roncaba fatigosamente á su lado.

Por eso pensó en sus tías a quien no conocía, de las que sabía poco bueno, y deseó su presencia, creyó firmemente en la fuerza de la sangre, en los lazos de la familia. Durante la convalecencia de la primera fiebre, las primeras fuerzas que tuvo las gastó el cerebro imaginando poemas, novelas, dramas y poesías sueltas.

Su impresionabilidad exige muchas veces el uso de este medicamento, aun cuando se presenten fluxiones uterinas y peritoneales: en estos casos, la versatilidad de los síntomas, los espasmos, la estremada sensibilidad, el carácter nervioso de la fiebre, el dolor y tension locales, están acompañados de abundantes loquios, mientras que las demás secreciones se suprimen.

Una noche, pues, ardiendo más en tales deseos, que con la fiebre que interiormente le abrasaba, sintió que se acercaba una como multitud de gente que hacía gran estruendo y ruido, y era una cuadrilla de demonios que huía de la iglesia maldiciendo aquel santo lugar y á los neófitos que en él se estaban disciplinando, y llegándose á su choza le dijeron: «Mira, mira cómo se azotan los indios; ¿no ves con cuánta razón te predicamos que no te dejes engañar de las patrañas de estos malvados?

Recuerdo solamente que los pensamientos que tuve aquella noche, hijos de la debilidad y de la fiebre producida por tantos días de emoción y de insomnios se producían en mi cabeza vacía de ideas, al ruido del badajo de hierro sobre el bronce, mientras lloraba el cadencioso unísono de la campana. Y no recuerdo más... Breve sueño adormeció mis sentidos al venir la mañana.

Celinina tuvo por breve rato un alivio tan patente, que todos concibieron esperanzas, y lleno de alegría, dijo el padre: «Voy al punto á buscar esoPero como cae rápidamente un ave herida al remontar el vuelo á lo más alto, así cayó Celinina en las honduras de una fiebre muy intensa.