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¡Pero si ya se sube á las cumbres en ferrocarril! Ahora han discurrido los inventores locomotoras de montaña para que podamos respirar el aire libre del cielo durante la hora de digestión que sigue á la comida. Los americanos, gente práctica hasta en la poesía, han inventado este nuevo sistema de ascensión.

Un alarido... La gente corrió... Un hombre acababa de caer redondo, rebotando su cuerpo sobre la cubierta. Tòni, que abominaba de los viajes en ferrocarril, por su entumecedora inmovilidad, tuvo que abandonar el Mare nostrum, sufriendo el tormento de permanecer acoplado doce horas entre personas desconocidas. Ferragut estaba enfermo en un hotel del puerto de Marsella.

Despues de cuatro horas de diligencia toqué en Almanza con el ferrocarril de Alicante, empresa que, á pesar de los muy buenos elementos con que cuenta, se distingue por su mal servicio. Algun dia se corregirá. Nada diré sobre la ciudad de Almanza, porque la noche me impidió observar siquiera su aspecto general.

Tenían un ferrocarril directo á las minas; otro para las mercancías, que empalmaba con la vecina estación; vías para los embarcaderos, vías para comunicar unos talleres con otros: total, muchos kilómetros de rieles que se entrecruzaban en un espacio relativamente reducido.

El que quiera trasladarse en ferrocarril al siglo XIII, que no piense en Santiago. Lo más siglo XIII de Santiago es el viaje. Desde la Coruña se va en automóvil, pero ¡qué automóvil! Viajando en él, yo he tenido una sensación de cosa arcaica y primitiva que no hubiese podido tener nunca viajando en una diligencia.

Los bilbaínos se dijeron: «Hagamos con nuestros propios recursos un ferrocarril que nos ponga en comunicacion con Madrid y Burdeos, ligándolo al que debe pasar por Irun y BúrgosLa suscricion quedó abierta inmediatamente, y en una semana los vecinos de Bilbao llenaron la suma de 3,500,000 pesos presupuesta. ¡Y Bilbao cuenta apénas 16,200 habitantes!

Y mientras tanto, sin dinero para las obras públicas, poblaciones sin caminos, regiones enteras sin haber oído jamás el silbato del ferrocarril que resuena en regiones salvajes de Asia y Africa, campiñas pereciendo de sed mientras los ríos pasan junto a ellas llevando al mar sus inútiles aguas.

Y con todo, los ferrocarriles accortarán aún la distancia. Estas reflexiones me hacia el 24 de marzo de 1859, precisamente al año de haber llegado á Paris, al partir del inmenso embarcadero del ferrocarril de Lyon, dando un adios á la metrópoli del mundo intelectual, donde quedaba la mitad de mi vida y el tesoro supremo de mi amor.

Desde Aranjuez hasta Toledo el paisaje es encantador, porque el ferrocarril sigue el valle del Tajo, sobre la orilla izquierda, aproximándose muchas veces hasta tocar casi en las playas del perezoso rio.

Los banqueros se mostraron corteses y reservados, procurando cortar con su actitud grave aquel flujo de chanzonetas. El caso no era para menos. Hacía cosa de un año que Salabert les había vendido la propiedad del ferrocarril de B * a S *, ya en explotación y con todo su material.