United States or Montserrat ? Vote for the TOP Country of the Week !


37 Entonces hubo gran lloro de todos; y echándose en el cuello de Pablo, le besaban, 38 doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro. Y le acompañaron al navío. 1 Y habiendo partido de ellos, navegamos y vinimos camino derecho a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. 2 Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y partimos.

Partida 2.ª, tit. «Los setarios secuaces de Mahoma, dice Marmol Carvajal, propiamente deben ser llamados con dos solos nombres alárabes ó agemes: los alárabes son los originarios, y los agemes los advenedizos que de otras naciones y provincias abrazaron su opinion»...«Los mauros, fenicios ó cartagineses, como los quisiéremos llamar, que escaparon de la ira de los romanos, derramándose por Africa entre los penos, constituyeron señorío en algunas partes, especialmente en las Mauritanias, y dellos vienen los que agora llaman azuagos; y porque así estos como los otros mauros de Fenicia abrazaron la seta de Mahoma en el número de los agemes, el vulgo cristiano los llama comunmente á todos moros; y así los que lo son se honran mucho de aquel nombre, entendiendo por mucelemines, que es el nombre que ellos tienen por epíteto de santimonia, interpretado hijos de salvacion.

Málaga era ciudad fenicia de mucho comercio. Casi competía con Cádiz. Su puerto estaba lleno de naves tirias, pelasgas, griegas y etruscas.

Fundándose en raíces de palabras, cuyos tallos nadie conoce, dicen algunos que el origen de la raza no va más allá de la primera colonia fenicia, y hay quien afirma que lo de Almendrilla viene de un enorme peñón, así llamado, que sobre la cabeza de los moros dejó caer un Tumbaga desde las fragosidades en que D. Pelayo rechazó a los hijos del África.

Todo el saber de los magos de Irán y de Caldea, de los brahmanes de las orillas del Ganges, de los sacerdotes de Isis y Osiris, de los iniciados en Samotracia y de los pueblos de Fenicia y Frigia, no vale un pito, comparado al saber de ciertos galos primitivos, cuyo centro de luz estuvo en un París prehistórico.

Con estas ideas en la mente y con el bizarro propósito de irse a Tiro cuanto antes, recorrió Mutileder las calles de Málaga hasta que empezó a anochecer. Todas las noticias que adquirió le confirmaron en que era Adherbal el raptor de Echeloría. En lo que no adelantó mucho fue en concertarse con algún patrón de buque que saliese pronto y le llevase para Fenicia.

Era un cono volcánico altísimo que emergía en mitad del estrecho, y á cuyo pie existían lagos alcalinos, humaredas sulfurosas, aguas termales y construcciones prehistóricas de grandes bloques, semejantes á las de Cerdeña y las Baleares. Los buques que iban á Túnez y Trípoli tomaban cargamento de pasas, única exportación de esta antigua colonia fenicia.

Ahí teneis todos los elementos de la ornamentacion mas bella y graciosa que creó el Oriente y regularizó el genio estético de los pobladores del Archipiélago: las postas que figuran las olas de la mar; los meandros ó grecas de listones que se interrumpen y cortan en ángulos rectos; los enlaces ó entrelazos, combinacion preciosa de líneas rectas y curvas que imita las trenzas del cabello; las palmetas, en que con la mayor donosura alternan hojas agudas y hojas obtusas, unas replegadas hácia dentro, otras hácia fuera, imitacion feliz del loto asirio y de las palmas fenicia y tebana; el acanto silvestre tan parecido á la hoja del punzante cardo; el tulipan y la flor de loto, graciosa importacion del arte de Persépolis, al cual fué comunicada por la arquitectura de Nínive y Babilonia, etc. . Y advertid que además de estos pedazos de piedra y barro tan lindamente trabajados, quedan en Córdoba la vieja otros de mármol labrados con el mismo esquisito gusto, algunos de fondo de color, sobre el cual destacan esos tan relevados y bien recortados adornos; y en la huerta de S. Gerónimo no pocos capiteles que de allí se sacaron, los cuales podrian sostener la competencia con los capiteles corintios del famoso monumento de Lisícrates de Atenas .

Los fenicios habían robado a Io, hija de Inaco; los griegos habían robado a Europa de Fenicia, a Medea de Coicos, y a Ariadna de Creta; y por último, un príncipe frigio había robado a la bella Helena, mujer del rey de Esparta, Menelao, motivando así una lucha larga y mortífera, y al cabo la destrucción de Troya. Don Juan Fresco explica, a mi ver, de un modo satisfactorio estos raptos de mujeres.

Era más bien puerta con que él cerraba y terminaba un inmenso periodo histórico, una larga serie de más de treinta siglos, durante los cuales los pueblos que habitan en torno del Mar Mediterráneo habían sido guías, iniciadores, maestros y hierofantes del humano linaje. Egipto, Fenicia, Grecia, Italia y España, habían tenido sucesivamente el primado, el cetro y la virtud civilizadora.