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La duquesa para decirlo de una vez, estaba plenamente convencida de que el rey necesitaba andadores. La duquesa estaba también completamente convencida de que el duque de Lerma venía á ser los andadores de Felipe III.

Agustín de Rojas Villandrando , nacido en Madrid hacia 1575, entró á los diez y seis años en el servicio militar; estuvo seis años en Francia, con las tropas de Felipe II, y preso bastante tiempo en el castillo de la Rochela, y regresó á España después de haber sufrido duros trabajos.

A la noche siguiente, que era jueves, dio principio el tercer período, de auge y bienandanza para Felipe, y de caída terrible para Raúl, sin ventaja alguna para Amaury, el primer desahuciado.

Luis de Cabrera, Historia de Felipe II, pág. 470. Vida y virtudes de Fr. La notable semejanza en la invención y arreglo de la Inés de Castro, de Ferreira, y de nuestra Nise lastimosa, evidencian que una de las dos tragedias debió ser imitación de la otra.

Dichosa, porque os ama un hombre que... perdonad... no os enojéis, no voy á hablaros de mi hermano Felipe, sino de mi amigo Juan Girón y Velasco, que os adora... con toda su alma, como un loco. ¡Juan Girón y Velasco, habéis dicho! exclamó doña Clara, á quien había hecho conmoverse de una manera profunda aquel segundo apellido, añadido al nombre del joven.

El proceder de Felipe II no era de naturaleza para fortificar en su Ministro ese patriotismo personal. Perseguido en tierra extranjera, Pérez se consideraba desligado del juramento de fidelidad.

Pues bien; alégrome de que estéis tan bien alentado... Pero por allí pasa la Dorotea, y os hace señas... id... que aquí os espero. Mas bien; cuando se acabe la función, y yo haya dejado á Dorotea en su casa, esperadme en las gradas de San Felipe. Pues hasta la noche. Hasta la noche.

Si hubiera de juzgar de todos los Españoles según las cualidades de los compañeros de viaje, mala sería mi opinión, aún prescindiendo de un viejo abogado, prefecto de una provincia de Puerto-Rico, personaje típico de la España de Felipe II, no de la España revolucionaria de hoy, que creia en brujas y hechicerías, milagros, apariciones y misterios de la piedra filosofal, y hablaba de S.M.C. con un recogimiento edificante y ortodoxo.

La circunstancia de haber nacido el Conde en Lisboa, por haber ido allí sus padres cuando Felipe II se coronó rey de Portugal, hace que el Sr. García Pérez le incluya en su catálogo. De su vida y de sus escritos inéditos publicó, pocos años ha, un libro interesante el Sr. Cotarelo y Mori.

¡Dudar yo de la reina! ¡de mi esposa! dijo el rey en uno de los arranques de verdadera dignidad que á veces dejaba conocer . ¡Cómo! ¿por qué había yo de dudar de vos, señora? Oidme, don Felipe, oidme, perdonadme, porque por una sola vez en mi vida he obrado con ligereza.