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Era horriblemente fea, andrajosa, fétida, y al cantar parecía que se le salían del casco los ojos cuajados y reventones, como los de un pez muerto. Tenía la cara llena de cicatrices de viruelas.

Cuando don Modesto, aturdido por los gritos de la disputa que hemos referido, vio que las carcajadas sucedían a la explosión de cólera, gracias a la fea y ridícula figura de Momo, de quien sólo el lápiz de Cruikshank, el célebre dibujante inglés de caricaturas, podría dar cabal idea, aprovechó aquella ocasión para escurrirse, sin ser sentido, de aquel campo de batalla.

Sin embargo, antes de calificar de fea a una mujer, la mira y remira despacito, madurando mucho la opinión, pues sabe que aun las menos favorecidas de la Naturaleza se hacen a veces deseables, como acontece verse las almas empecatadas súbitamente favorecidas por la gracia divina.

Figura también en los fumaderos de opio, aunque no haya absorbido nunca una bocanada de este brebaje. Es fea; tiene la boca demasiado grande, la nariz bastante puntiaguda y los ojos grises y muy pequeños; pero no parece tonta, y su carilla viciosa de pilluela, muy avispada, promete mucho. Para los hombres, prometer vale más que cumplir lo prometido.

Pues hijo, de algún lado hay que sacarlo; ni un cuarto se malgasta... ¿Qué haríamos? Ahora, acostarnos; cada cual a su cama. Dejadme a : creo que don Luis nos ha de sacar de apuros. Al menos yo he de hacerle un favor que... en fin, ¿quién sabe? Adiós mamá; y , fea, cara de mona, hasta mañana. Y dando un beso a cada una, las echó suavemente del comedor.

Clara está vieja y bastante fea. Su mismo pudor, el recelo de que sospeche su antiguo novio que pretende ella hacer que reverdezca el antiguo amor ya marchito, la hace aparecer más insignificante y más fría.

El acto, no bien desaparece Mefistófeles, termina con una escena mística, en una Tebaida celestial, donde los Padres del yermo, la Magdalena, la Samaritana, Santa María Egipciaca, la misma Margarita, y los doctores extáticos, seráficos y profundos, cantan dignamente de la caridad, de la redención, de la gloria y del amor divino, mientras el alma de Fausto sube al cielo en virtud de lo femenino eterno: expresión filosófica con que Goethe designa a la Madre de Dios o al concepto de que procede, y con que pone fea discordancia en los dichos cantares religiosos.

Se pasó la noche y se vino d día, que nos halló a los dos en mitad del patio, ella no vuelta en , y a junto a ella, en cuclillas, atento, mirando su espantosa y fea catadura.

¡India, Pampa, china fea! dijo adelantando la zarpa de nuevo. Ella le pidió castañas; él la dió un puntapié. Y se marchó, soplándose los dedos: tanto frío hacía.

Por fin su imaginación enfermiza resumió todos aquellos desvaríos en esta pavorosa duda: «Si fuese fea... ¿me querríaJamás mujer bonita se ha hecho pregunta tan terrible. En estado de ánimo análogo al suyo debió de verse aquella dama que, perseguida con deseos torpes por un rey de Castilla, se abrasó el rostro para evitar la ocasión de su deshonra.