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Por la inmensa llanura líquida se esparcía una blanca claridad que hacía temblar al monstruo de júbilo. La blanca diosa, al abandonar el firmamento y hundirse en las olas, mostraba en silencio su faz radiante y serena. Las estrellas palidecían ante su majestad. Ningún ruido se escuchaba más que el leve batir de las olas.

Señor cura, le dije, estoy muy contento de oir a Vd., y me parece admirable la rapidez con que Vd. ha cambiado la faz de estos pobres lugares.

En las primeras exposiciones no había tal cristal, ó si lo había, se levantaba, de cuyas resultas no faltó quien pasase su mano por la renegrida faz del cadáver..... ¡La pasó el mencionado prohombre revolucionario, en muestra de familiaridad y compañerismo!.....

Imposible es que la oración consuelo, el sol alegría, ni el tiempo olvido, á la que no conmovió la inocencia del niño, que en vez de encontrar los amantes brazos que le dan vida y calor, solo halló, al alargar sus manitas, el frío hierro de la reja del refugio, ó sintió sobre su sonrosada faz el duro viento que se estrella contra las macizas puertas del templo, ante cuyo dintel lo abandonó el crimen para que lo recoja la caridad.

Pero por terrible que fuera su situación, sabía, con todo, que la presencia misma de aquellos millares de testigos era para ella una especie de amparo y abrigo. Preferible era estar así, con tantos y tantos seres mediando entre él y ella, que no verse faz á faz y á solas.

Sintió la Comadreja que el brazo de Amparo temblaba, y la miró, y le halló desencajada la faz. no estás bien, chica... ¿qué tienes? ¿Te da algo por la cabeza? Suéltame contestó con voz opaca la Tribuna . A donde voy no me hace falta compañía. ¡María Santísima!, ¿a dónde vas, mujer?, ¿qué es esto? ¡Que a dónde voy! Pues a apedrearles la casa, para que lo sepas.

La escuela italiana, y mas especialmente uno de sus mas instruidos representantes, el profesor Giacomini, solo ha considerado esta faz del árnica, y por ella le ha clasificado entre los medicamentos hipostenizantes, recomendándole por lo tanto en las fiebres y afecciones inflamatorias, en armonía sobre esto con los antiguos autores, pero mas en armonía con su sistema en el que solo admite en los medicamentos una accion irritante ó debilitante, hiperesténica ó hiposténica.

La imaginación de Febrer fue viendo en ellas dos agujeros negros y espantables, un triángulo lóbrego semejante al que deja la nariz desaparecida en la faz de los muertos, y más abajo un desgarrón inmenso, trágico, igual a la risa muda de una boca sin labios y sin dientes.

Serían las once cuando la señora Pepa se presentó en el cuarto de la tullida, enjugándose el rostro con el reverso de la mano. Sobre su frente baja y achatada, y en su grosera faz de Cibeles de granito, se advertía una preocupación, una sombra. ¿Cómo va?

Cuando llegaron, jadeantes y doloridos, a un sitio resguardado de la terrible lluvia de piedras, la herida del marroquí chorreaba sangre, tiñendo de rojo su faz amarilla. Lo extraño era que el descalabrado callaba, y la que había salido ilesa ponía el grito en el cielo, pidiendo rayos y centellas que confundieran a la infame cuadrilla.