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Dígote, amable Abu-el-Casín exclamó alborozado el Sultán , que ese loco es lo más deliciosamente caprichoso que pueda idear la imaginación más chistosa; me declaro por su favorecedor, y de él espero el feliz desenlace de esta aventura.

»Pero ha llegado el momento en que se me pida, si bien de la mejor manera del mundo, el precio de esos beneficios. »El magnate á quien tanto debo, ha tenido una aventura amorosa con una dama muy principal; esta dama es casada, su marido está ausente y ella se encuentra encinta. Ha venido ocultamente al pueblo, y mi favorecedor me ha buscado también de una manera oculta.

El Marqués de la Hinojosa respondió el Cojuelo , conde de Aguilar y señor de los Cameros, Ramírez y Arellano, es el uno, y el otro es el Marqués de Aytona, favorecedor de la Música y de la Poesía, que heredó, hasta la posteridad, de su padre, entrambos camaristas. ¿Qué coche es aquél tan lleno, que va espumando sangre generosísima en tantos bizarros mozos? preguntó la tal Güéspeda.

Pues el Alafrit, que es guarda de esos tesoros, que es favorecedor eterno de la familia de los Almohades, así como enemigo jurado de la tuya, sabe las virtudes del collar maravilloso.

Alicak saltó de su cabalgadura así como reparó en Catur, y aferrándose de la estribera siniestra, en actitud humilde y con eco melifluo, le dijo: ¡Oh, mi caro, mi antiguo y único amigo, y oh, mi irremediable futuro e indefectible apoyo y favorecedor!

Mucho debió afligirle la muerte de Felipe IV, por perder en él, no sólo su constante favorecedor, sino casi un amigo. Sin embargo, duraron sus relaciones con la corte, y se le encomendaron siempre, como antes, las fiestas dramáticas que se celebraban alguna vez en las ocasiones más solemnes. Su último drama fué Hado y divisa.

Bajo la capa de amigo y favorecedor médico, había constantemente á su lado un secreto enemigo que se aprovechaba de las oportunidades que así se le presentasen para tocar, con malvada intención, todos los resortes de la naturaleza delicada del Sr. Dimmesdale.

Cuando marchaban juntos por la calle de Atocha, el aragonés escuchaba las palabras de su desconocido favorecedor con la tranquila atención de la inferioridad; admiraba sus maneras, su entendimiento, su fisonomía, su modo de expresarse, y en aquel momento le pareció el más cumplido caballero que había visto.

Yo le he puesto á usted en libertad, pero no he sido más que un intermediario. Lázaro comenzó á ver obscura la situación. Paráronse, y se miraron. La sonrisa que en aquel momento se dibujó en los labios de Claudio, le pareció al otro cosa de muy mal agüero, y empezó á bajar á su favorecedor del alto pedestal en que le había puesto.

No era ingrato el favorecido; sabía, además, hacer buen uso de los favores; y con todo ello, la estima del favorecedor llegó hasta una buena amistad, como entre iguales: vea usted, señora marquesa, ¡como entre iguales! Y esta buena amistad del padre la continuó el hijo, don José Celestino Guzmán, el actual Condesito.