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Cuatro marineros daban la última mano en cada una al arreglo del aparejo, dirigiendo de vez en cuando miradas escrutadoras ora a la ría, bien a las calles que desembocaban en el muelle. Los señores no aparecían y la marea ya había bajado dos pies y medio. Alguno de los marineros expresaba sus impresiones desagradables por la tardanza con un rugido no bastante fashionable.

Llegué al café sano y salvo y de un humor excelente. Pero estuve un poco inquieto toda la tarde. ¡Los nervios, sin duda, los nervios! Voy a denunciarme ante el severo tribunal de la sociedad fashionable de Madrid, y entregarme con las manos atadas a su justa reprobación.

Es un hombre muy espiritual, un joven muy Fashionable y un bravo militar. ¿Qué estáis diciendo, señorita? preguntó el general, que absorto escuchaba la conversación de los dos jóvenes de buen tono. Digo, señor, que vuestro sobrino es un bravo oficial. ¿Y qué queréis decir con eso?

Enseñé el bridge al mayordomo y a su mujer, culto matrimonio de ingleses, al médico del pueblo, a varios vecinos estancieros y a otras muchas personas. Supe inculcar a todos el entusiasmo de mi amigo Villalba, repitiéndoles cuanto le oyera respecto de Eduardo VII y demás. El bridge llegó a ser el juego predilecto del mundo «fashionable» de Venado-Tuerto.

Todo, pues, contribuía a que tuviese el aspecto fashionable, atildado y digno de un antiguo diplomático jubilado. A su rara discreción y al entrañable afecto que había inspirado debió Rafaela los mencionados triunfos; pero los debió también a sus lisonjas, llenas de sinceridad y fundadas en fe altruista. Esto requiere explicación, y voy a darla.

Allí los jóvenes más ricos no se desdeñan de vestir la blusa del marinero o la camiseta. Al contrario, es de lo más fashionable, como ellos dicen. ¡Cuántos viajes habremos hecho río arriba! Luego cada poco tiempo hay regatas. Acude la gente como en Madrid a los toros, se cruzan grandes apuestas... ¡Es un recreo delicioso! ¡Qué entusiasmo entre nosotros desde muchos días antes!...

Lo peor del caso es que aun después de hallarse la familia con el agua al pescuezo, todavía la tarasca aquella tan fashionable encargaba vestidos á París, invitaba a sus amigas para un five o'clock tea, ó imaginaba cualquier otra majadería por el estilo.