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Tenía la voz aunque imperiosa, encantadora, y su persona exhalaba un perfume penetrante y sutil, intenso y turbador, que juntamente producía fascinación al espíritu y embriaguez a los sentidos. El hombre inculto e ignorante, incapaz de analizar lo que experimentaba, pero hombre al fin, sintió la tentación y el ánsia que la fruta puesta al alcance de la boca del niño.

No puede afirmarse que la Nela entendiera el anterior discurso, pronunciado por Golfín con tal vehemencia y brío que olvidó un instante la persona con quien hablaba. Pero la vagabunda sentía una fascinación extraña, y las ideas de aquel hombre penetraban dulcemente en su alma hallando fácil asiento en ella.

Montiño la veía luchar con una fascinación amorosa. La veía sufrir. Los ojos de Dorotea se bajaban y volvían á levantarse para mirar á Juan Montiño con más insistencia de una manera más elocuente. La despechaba el no poder encubrir la impresión que la causaba el joven, y su semblante se encendía en rubor. Acaso hasta entonces no se había ruborizado Dorotea.

Los tormentos de estos seres desventurados destrozarían el corazón más empedernido; pero los aficionados no tienen ojos, ni atención, ni sentimientos, sino para el toro. Están sometidos a una verdadera fascinación; y esta se comunica a muchos de los extranjeros más preocupados contra España y en particular contra esta feroz diversión. Además, es preciso confesarlo y lo confesaremos con dolor.

La nevera nos atraía poderosamente con la solemne fascinacion de su hermosura, y la contemplábamos á la distancia de 1,500 metros con infinito encanto. Un guia nos condujo á pié hasta los primeros bancos de hielo.

De esto a pensar que trabajaban secretamente para ello no había más que un paso y con su habitual impetuosidad Tristán lo dio inmediatamente. ¡Claro! Los títulos nobiliarios ejercen siempre fascinación sobre los plebeyos. Era necesario vivir prevenido. Lo estaría. Cuando se hubieron cansado de valses y mazurcas, salieron al patio.

Quien desea pensar bien, es preciso que se acostumbre á estar mucho sobre , recordando continuamente esta importantísima verdad; es necesario que se habitúe á concentrarse, á preguntarse con mucha frecuencia: «¿tienes el ánimo bastante tranquilo? ¿no estás agitado por alguna pasion que te presenta las cosas diferentes de lo que son en ? ¿estás poseido de algun afecto secreto que sin sacudir con violencia tu corazon le domina suavemente, por medio de una fascinacion que no adviertes?

Antoñuelo, lejos de la fascinación y del encanto que casi milagrosamente le habían conservado como ser racional, se convertía en un estúpido y en un perdido. A pesar de la ineficacia, por falta de duración, de su poder purificante sobre el alma de Antoñuelo, Juanita le quería, se interesaba por él y sentía halagado su orgullo al dominarle, aunque fuera momentáneamente.

¡Qué estupor inmenso! ¡Qué agitación creciente en el fondo del ser moral, mientras el cuerpo se estremece, tiembla y aspira, mudo y angustioso, a separarse de la fascinación del abismo!

Cuando no podemos mudar de ojos, de cejas, ni aún de pestañas, ¿quieren los franceses que mudemos de Dios? Pero seamos justos ante todo. ¿Os parece, lectores mios, que el autor del libro ha querido decir tal dislate, y que el Emperador ha podido prestarle asenso? No. En esto, como en todo lo que aquí pasa, media cierta poesía fantasmagórica, cierta fascinacion aérea.