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A lo que dijo Sancho: -Sepa vuestra alteza, señora mía de mi ánima, que yo tengo escrita una carta a mi mujer Teresa Panza, dándole cuenta de todo lo que me ha sucedido después que me aparté della; aquí la tengo en el seno, que no le falta más de ponerle el sobreescrito; querría que vuestra discreción la leyese, porque me parece que va conforme a lo de gobernador, digo, al modo que deben de escribir los gobernadores.

No me agradaría más veros casar con la hija de Lammeter que con cualquier otra. Supongo que si os hubiera dicho no, hubierais persistido en vuestra intención; a falta de contradicción habéis cambiado de parecer. Sois como una veleta; heredasteis de vuestra pobre madre. Jamás tuvo carácter.

La falta de dote y las pretensiones de las jóvenes casaderas son motivos suficientes dijo Genoveva. No veo qué más puedes desear para informarte... repliqué hay además otra cosa.

Por ser el "arquetipo del sentido común o medianía intelectual" se ha insinuado por allí "pudo sostener con su vida, el ejemplo de las teorías caras a su estrecha visión". Acúsasele pues, de carencia de amplitud de espíritu, de falta de comprensión.

Las circunstancias con que ustedes trabajan generalmente... a las altas horas de la noche, hostigados por la premura del tiempo... la falta de ejercicio... y el trabajo intelectual, que ya de por es debilitante... ¿Y dice usted que de algún tiempo a esta parte se ha recrudecido la enfermedad del estómago?

Esto supuesto, parece que hasta ahora no se ha examinado y descubierto mas que una bahía y puerto, y que falta por examinar los rios mencionados en las reales órdenes, porque de ellos debemos inferir que dicha bahía es la denominada sin fondo, ó si en la entrada del Rio Negro hay otra bahía á que mejor convenga este nombre: pues en el papel remitido de la Corte, se dice: "Que en la embocadura del Rio Negro hay un puerto mediano sobre la derecha, que llaman de San Matias."

La arquitectura no hacía gran falta aquella ciudadela, y sin embargo, alguna vez, por una especie de coquetería, el montañés adornaba la arista del precipicio con un muro almenado, que permitía á sus hijos jugar sin riesgo en toda la extensión de la meseta, y desde cuyas alturas podía espiar á gusto cuanto se divisara en las cercanas pendientes.

El hombre que se dedica á la ocupacion que se le adapta, disfruta mucho, aun entre las fatigas del trabajo; pero el infeliz que se halla condenado á tareas para las cuales no ha nacido, ha de estar violentándose continuamente, ya para contrariar sus inclinaciones, ya para suplir con esfuerzo lo que le falta en habilidad.

Despertaba sonriendo a la luz. Su pensamiento primero, sin falta, era para el Señor. Oía los gritos de los pájaros en la huerta, encontraba en ellos sentido místico, y la piedad matutina de Ana era optimista. El mundo era bueno, Dios se recreaba en su obra.

Además, una falta absoluta de adaptación le hacía chocar con los superiores, que le consideraban intolerable por su independencia.