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»Item, que al poeta que hiciere poema heroico no se le de plazo más que un año y medio, y que lo que más tardare se entienda que es falta de la musa; que a los poetas satíricos no se les lugar en las academias, y se tengan por poetas bandidos y fuera del gremio de la poesía noble, y que se pregonen las tallas de sus consonantes, como de hombres facinerosos a la república.

Ya le parecía que por ventanas y puertas entraba una horda de facinerosos armados de puñales, pistolas, cuerdas y otros instrumentos horribles. Cierra bien. Apaga esa luz. ¿Si se irán á entrar por esa ventana? dijo señalando un tragaluz por donde el gato, que tanto respeto inspiraba al señor de Batilo, entraba con dificultad. Aquel tragaluz daba á un patio perteneciente á la misma casa.

Pero ¡ó barbaridad inaudita! no fué así, pues con opróbio de la misma racionalidad, y menosprecio del adorable Sacramento, de las sagradas imágenes, y de toda la corte celestial, se convirtió el templo en cueva de facinerosos, que con sacrílegas manos quitaron la vida al cura y á cinco sacerdotes, pasando á cuchillo mas de 1,000 personas, entre hombres, mugeres y criaturas, quedando el santuario convertido en pielago de sangre inocente, y salpicados con ella los altares.

Quiso lanzarse al estribo, pero al tocarle fue despedido a la vía con gran violencia, y cayó, sintiendo agudo y repentino dolor en el pie derecho. Quedose en el suelo, medio incorporado, profiriendo una imprecación de esas que en España los hombres más preciados de distinguidos y elegantes no recelan tomar del lenguaje patibulario de los facinerosos.

"Tambien hago saber á Vds., para que no vivan recelosos, equívocos ó confusos, como en esta doctrina de Tatasi ó Chocalla tengo en prisiones, para aplicarles la pena de muerte, á ciertos bandoleros y facinerosos, que fingiendo ser comisionados de nuestro Monarca, Inca, y usurpando varios títulos furtivos, cometieron muchos delitos de alevosia y asesinato, y arrastraron muchos vecinos españoles y mestizos de varios pueblos, como son, Tolapampa, Ubina, este de Chocalla y otros, solamente llevados del perverso fin de robar y de su desordenada codicia.

Aún cuando todo eso fuera verdad, aún cuando existiese en nuestro país una señorita que requebrase á un toro con el epiteto de amado, y matas que ocultaran facinerosos, y dedales que sirviesen de jícaras, y puñales que á manera de ligas, decorasen las medias de la Manola de Madrid; aún cuando realmente existiera ese enjambre de desatinos, esa porcion de sueños extravagantes y risibles de una imaginacion que tiene fiebre; pues, , señor Dumas, mi muy querido novelista señor Dumas; aún cuando todo eso existiese en España, creo que seria menos malo que lo otro que existe en Paris, menos malo tambien que la calentura que usted padece de decir, de contar poéticas graciosidades, á fin de embaucar á sus paisanos, para que le escuchen con la boca abierta, y aflojen los sueldos de la suscricioncilla.

Los facinerosos los robaban sin temor i vergüenza i con entera libertad; porque ¿quién habia de prestarles socorro en sus peligros, cuando los magistrados les negaban en sus causas la justicia? Y así vivian, sin tener facultades para gobernar en lo licito sus haciendas, sus casas, sus hijos i sus mujeres.

Los cuadros disolventes de algún saltimbanqui engendraban la afición a las linternas mágicas, y las compañías dramáticas que por casualidad llegaban hasta allí, verdaderas cuadrillas de facinerosos, despertaban extrañas aptitudes para el arte escénico en muchos vecinos que hasta entonces jamás las habían revelado.

Siguió apretando el gatillo, y los tiros hicieron desaparecer á aquellos facinerosos, unos corriendo, otros balanceándose dolorosamente, mientras de las callejuelas cercanas empezaba á salir gente. Mina se arrodilló junto á su marido. ¡Oh, Lionel! ¡Mi rey!... ¿Te han matado? Cuando, semanas después, pudieron salir de Marsella, la vida conyugal era otra.

Formó allí una banda de facinerosos, para la cual quiso el Demonio señalarme, y salíamos a descubrir enterrados, que llaman, y huacas antiguas, y minas ocultas; y todo lo alcanzábamos a fuerza de cuerda y de hierro. Prendíamos a los caciques y les dábamos tormento, e si no querían declarar, nos íbamos sobre sus chozas y nos hartábamos de sangre. ¡Ah!, no hubo saña como la nuestra.